La Calle Real de Los Naranjos de Jocotenango


Fue sin disputa uno de los más bellos y elegantes paseos que tení­a Guatemala.

Este bello y romántico paseo daba inicio de donde hoy arranca la 1ª. Calle y 6ª. Avenida de la zona 1, (frente a la casa Yurrita, hoy sede central del Tribunal Supremo Electoral, T.S.E.), a la plaza de Jocotenango,

Estaba sembrado de naranjalitos a los dos lados de la ví­a lo que motivó que se le bautizara en 1816 como la Calle de los Naranjos de Jocotenango, más conocida en esa época y con mucho cariño por nuestros abuelos como calle de los Naranjalitos, aunque tiempo después los cortaron, cambiándolos por amates dando aspecto triste y sombrí­o a la ví­a, al mismo tiempo que cubrí­an el suelo de hojas secas y amarillentas. A los pocos años de su funcionamiento, empedraron la calle, lo que evitaba se formaran lodazales en la época lluviosa, como sucedí­a en tiempo pasado, especialmente para los dí­as de la fiesta de agosto. Después de muchos años también los amates fueron cortados de raí­z y se plantaron en su lugar bonitos árboles de trueno que en ciertas estaciones del año se vestí­an de florecillas moradas.


El paseo de los Naranjalitos, estaba ubicado al norte de la ciudad, después de la iglesia de San Sebastián, éste era uno de los paseos favoritos de los habitantes de la Nueva Guatemala.

Habí­an casas nuevas sobre ésta avenida, eran de estilo moderno y sobresalí­a entre ellas la suntuosa de don Felipe Yurrita.

También existí­an asientos de cal y canto en las paredes a los lados de la avenida, en la cuadra llamada de los Naranjalitos, frente a la casa Yurrita para que las personas descansaran en su peregrinación hací­a Jocotenango, ocupados también por las tardes, especialmente los dí­as martes por patojos enamorados, que iban en romerí­as a la iglesita de Jocotenango, era especial para las patojas que iban a implorar a San Antonio por algún novio. También en la plazuela de San Sebastián habí­an asientos de cal y canto, los derribaron para construir una bonita baranda de cemento.

Con el fin de establecer un hipódromo, a finales de 1881 el entonces Ministro de Fomento don Delfino Sánchez y varios capitalistas celebraron contrato para formar una compañí­a anónima que establecerí­a un hipódromo; los trabajos dieron principio con celeridad y el gobierno por su parte mandó construir una avenida o alameda en conexión con el citado hipódromo, partiendo de Jocotenango.

La idea de fundar un hipódromo era del señor Sánchez, secundada por el decidido apoyo que le prestara el Reformador Justo Rufino Barrios.

Para la formación de la Avenida que habí­a de conducir al Hipódromo, lamentablemente se determinó en demoler desde sus cimientos la pequeña iglesia del pueblo de Jocotenango.

La alameda de los Naranjalitos desapareció un dí­a que no se conoce ya, pero aún se puede observar, al estar parado dentro del parque de Jocotenango y viendo hací­a el sur se puede apreciar la avenida de los Naranjalitos, con sus árboles.

A la alameda de los Naranjalitos se le conoce en la actualidad como avenida Simeón Cañas, es la misma que al hacerse la prolongación a la 6ª. Avenida Norte adoptara el nombre de Avenida Del Hipódromo, en ésta arteria se situaron los más bellos chalets de Guatemala. Aquí­ era donde se situaron de lado a lado las champas de la feria de Jocotenango.

Por la Avenida del Hipódromo corrí­a el Tranví­a, el cual era halado por mulas de tiro. Este circulaba del hipódromo, pasando por Jocotenango, la Plaza de Armas y por todo lo largo de la 6ª. Avenida hací­a el sur, y a su regreso nuevamente en dirección norte remataba con el bello templo de Minerva.

La Calle Real de los Naranjos de Jocotenango se le ha conocido en diferentes épocas con muy variados nombres como: alameda, paseo y calle de los Naranjalitos, calle de Jocotenango, Avenida del Hipódromo, y en la actualidad conocida como Avenida Simeón Cañas.

Juan Garvaldo