«Tengo una emergencia, estoy ardiendo»


Los cuerpos de socorro reciben diariamente miles de llamadas diarias falsas, lo cual les dificulta su labor.

¿Podrí­a resistir un aparato o ser capaz una persona de recibir 284 mil llamadas diarias? Eso ocurre con los números de emergencia de los Bomberos y la Policí­a en todo el paí­s; lamentablemente más de 250 mil contactos son falsos.

Gabriel Herrera
lahora@lahora.com.gt

Los voceros de los cuerpos de socorro y Policí­a indican que para los operadores es frustrante recibir miles de mensajes teñidos de broma, imprudencia o rencor de las personas, cuando la misión del servidor público es salvar vidas o brindar seguridad.

Ricardo Gatica Trejo indica que a través del número 110 son recibidas 135 mil llamadas diarias y que de ellas solamente 200 son efectivas. En caso reciente destacan las alertas que recibió la PNC, acerca de sitios donde las personas indicaban se encontraba oculto el ex diputado Manolito Castillo.

Ricardo Lemus de Bomberos Municipales calcula que a la cabina telefónica del 123, ingresan diariamente más de 60 mil llamadas y al final la mayorí­a son falsas. Mynor Rodas de Bomberos Voluntarios estima que la lí­nea 122 recibe en un dí­a, un número superior a 90 mil comunicaciones, de las cuales 80 mil son negativas.

Las alertas falsas le restan recursos, tiempo y dinero a instituciones que tienen por misión servir, y no así­, despachar en vano unidades con sirena abierta a alta velocidad por calles y avenidas en las cabeceras o municipios del paí­s. Sacar vehí­culos por una broma implica malgastar gasolina, riesgo latente para otras personas, desgaste de llantas y motores, desperdicio de energí­a humana y otros fenómenos. Por todo ello es necesario que los ciudadanos hagan conciencia, insisten los voceros.

Eróticas o duda tecnológica

Una llamada de falsa alarma puede presentar las siguientes caracterí­sticas: lugar inexistente, aviso ficticio de personas heridas, incendios, embarrancados u otros. Los bromistas incluyen palabras soeces, amenazas, burlas o insultos frecuentemente con obscenidades, «insultan directamente al cuerpo bomberil o recuerdan a la mamá de los socorristas» explica Mynor Rodas.

Lamentablemente llaman para insultar, adultos hombres, mujeres y niños, en mayor número durante perí­odos de vacaciones y de las 13:00 horas en adelante, hasta las nueve de la noche. A socorristas y agentes de PNC los acosan con llamadas supuestos homosexuales, algunos bomberos han soportado cosas tales como: «Â¿papaí­to, como estás?», relata Mynor Rodas; «O bien hombres muy machos, a las agentes de policí­a, les arrojan una y mil flores o las ofenden con temas sexuales» expresa Gatica Trejo.

Desde que se popularizó la tecnologí­a móvil celular, más personas utilizan los números de emergencia para probar un aparato, pedir ayuda para recargar una tarjeta o desbloquear la lí­nea, algunos menores de edad, a quienes sus padres compran aparatos novedosos, al quedar sin supervisión de un adulto, efectúan llamadas a los bomberos o la policí­a, porque son gratuitos.

Sí­, hay capacidad tecnológica para identificar el número desde donde un bromista llama, pero en las leyes guatemaltecas todaví­a no existe figura delictiva que castigar, tal como ocurre en Estados Unidos donde es delito engañar a través de la lí­nea de emergencia 911, explicaron.

Esto causa congestión a las lí­neas en general, que en caso de verdadera y urgente necesidad podrí­a causar la muerte de una o más personas, pues los socorristas no estarí­an enterados del pedido de auxilio. A pesar de lo adverso, cuando entran llamadas por delincuencia o riñas, en la estación de Bomberos Voluntarios se encuentra un elemento PNC, quien canaliza esas urgencias a los departamentos donde corresponda. Es importante no saturar las lí­neas de emergencia ya que para un socorrista o policí­a, cubrir turnos de 12 y a veces hasta de 24 horas causa fatiga y más aun cuando las llamadas son falsas.

Esto causa congestión a las lí­neas en general, que en caso de verdadera y urgente necesidad podrí­a causar la muerte de una o más personas, pues los socorristas no estarí­an enterados del llamado de auxilio.