La editorial Narcea, conocida por los estudiosos de la ciencia pedagógica, ha publicado el presente libro (con fecha 2006) que no es sino como dice el subtítulo original «una guía para el profesor». Una guía que bien podría ser útil también para padres de familia, educadores en general o simplemente para los interesados en el mundo complejo del comportamiento humano.
La obra tiene varias virtudes. En primer lugar, cada capítulo consta de escasas cuatro o cinco páginas. Esto ofrece al lector que corre y necesita ideas en bruto, la panorámica necesaria para comprender lo que al autor le interesa transmitir. Si lo que se quiere es un «aggiornamento» encapsulado y rápido, este libro es para usted.
En segundo lugar, el libro, aunque tiene unidad, puede leerse de cualquier manera, ad libitum, con la libertad de quien gusta disfrutar de la satisfacción inmediata que proporciona una experiencia intelectual. ¿No le atrae demasiado el capítulo sobre ¿cómo enseñar conceptos? Puede evitarlo y entretenerse con el espacio dedicado a ¿cómo realizar una evaluación educativa?. El lector debe considerar que hay 20 reflexiones alrededor del tema educativo y saltearse algún capítulo no provocará la caída irremediable al fuego eterno.
Finalmente, la obra utiliza un lenguaje ad hoc para cualquier tipo de lector. No se necesita haber pasado por algún instituto para maestros o ganado algún semestre en la universidad para entender los conceptos del autor. El lenguaje es sencillo y directo, pero no superficial o carente de un aparato crítico. La lectura del libro puede generar no sólo un cúmulo de sugerencias importantes para mejorar el acto educativo, sino también algunos principios que pueden servir de guía para experiencias futuras.
Obviamente, el profesor avezado, el teórico de la educación y el que gusta de manjares intelectuales más suculentos y finos, no encontrará en esta obra lo que busca. Este libro es de utilidad más para el bisoño de la educación, el novicio en teorías pedagógicas y el novel profesor que necesita ideas y sugerencias prácticas inmediatas para su ejercicio profesional.
Entre los temas que propone para la reflexión Ramiro Marques están los siguientes: 1. Las tres dimensiones de la educación; 2. Los tres objetivos de la escuela; 3. Tres modos de enseñar, tres modos de aprender; 4. Planificar es una guía para la acción; 5. Cómo hacer una buena exposición; 6. Cómo enseñar conceptos; 7. Evaluar: recuperar y enriquecer; 8. Cómo moderar un debate; 9. Cuando el alumno es indisciplinado y 10. Cuando la familia no colabora. El listado no es completo, pero aparecen los que a mi juicio son los más destacados.
Como puede verse, hay varias meditaciones que son interesantes. En el tema de la disciplina de los estudiantes el autor, por ejemplo, la considera vital para el aprendizaje. No puede existir aprendizaje sin disciplina, dice, y ésta es responsabilidad exclusiva del buen profesor. ¿Por dónde empezar?, se pregunta: «por la disposición del aula», responde.
«Podemos identificar cuatro tipos de aula que ejemplifican otros tantos modelos de organización. 1. El primer tipo puede identificarse como el aula en la que reina el caos: nadie tiene responsabilidades; prima el «sálvese quien pueda», e impera el que cada uno haga lo que quiera. 2. El segundo tipo de clase goza de un clima mejor, pero se nota una falta de atención y de participación de los alumnos: gran cantidad de actividades tienen lugar al mismo tiempo y el objetivo del profesor es hacer que los alumnos estén tan ocupados que no tengan oportunidad de realizar actos de indisciplina. 3. El profesor responde rápidamente a cualquier infracción disciplinaria, los alumnos desconfían del profesor, pero respetan su autoridad siempre que está presente y atento (…). El buen profesor, depende de la presencia constante del profesor, que impone su autoridad, mediante el ejemplo, el miedo, los castigos y las recompensas. 4. El profesor ejerce su autoridad de una forma imperceptible, sin necesidad de reñir ni amenazar, manteniendo a la clase en actividad, dando a los alumnos responsabilidades y creando un clima en el que ellos se dirigen a sí mismos, saben cómo seguir las instrucciones, conocen las normas y deciden respetarlas para bien del grupo y o para el suyo propio».
La disciplina en el aula no es fácil concluye Marques, pero, en realidad, según se intuye en el libro, casi nada (o nada) es fácil cuando se trata de educar. Y la responsabilidad en la mayor parte de los casos recae en el profesor que no sólo tiene que ser competente con la materia que enseña, sino también modelo a imitar por parte de los estudiantes. Así escribe, por ejemplo, cuando aborda el tema del alumno haragán o al que no le gusta estudiar.
El alumno que no gusta de estudiar debe recibir todo el apoyo del profesor, motivarlo, estimularlo y asignarle tareas que sean (al menos de alguna manera) de la satisfacción del estudiante. No falta, claro está, las sugerencias para los padres de familia que deben vigilar el uso del tiempo del vástago y la revisión constante de las asignaciones escolares.
«Â¿Qué puede hacer la familia? En primer, deben proporcionar seguridad, cariño, expectativas realistas de cara a la educación y al futuro de los hijos y hábitos de higiene y de trabajo. El respeto a una rutina diaria que incluya las horas de levantarse y de dormir, horas para estudiar, para jugar y para comer, constituye igualmente un factor de peso».
Otros «tips» a los padres de familia es el aprecio por la escuela y por la educación. La teoría del autor es que si los papás muestran buena actitud hacia los estudios, los hijos harán lo mismo. Igualmente, insiste, los padres deben tener expectativas realistas sobre sus hijos.
«El mejor consejo que se puede dar a los padres es que ejerzan sus responsabilidades parentales en la administración del tiempo de sus hijos y en la jerarquización de sus prioridades», concluye.
Como queda evidente, el libro puede ser útil para muchos lectores en la medida en que no sólo se enfoca a través de las ideas al cerebro, sino también al corazón para llevar a la práctica las sugerencias ofrecidas. Si puede leerlo se lo recomiendo.