La poesí­a a través de los tiempos


El viernes de la próxima semana se celebra el Dí­a Mundial de la Poesí­a. Sin embargo, por caer este dí­a en Semana Santa, las celebraciones se han adelantado. Por tal motivo, el Club de Lectores de Poesí­a del IGA invitan a un recital poético, el cual se llevará a cabo mañana, a las 16:00 horas, en el Centro Cultural del IGA (9a. avenida 0-51 zona 4). La entrada es libre.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Quien quiera participar con lectura de poesí­a, debe confirmar su asistencia al teléfono 50832019, a fin de coordinar el programa. Sin embargo, el dí­a del evento se puede incluir en el listado sin ningún problema, si es el caso de que no se pudo inscribir.

¿Qué es poesí­a?

í‰sa es la pregunta que millones de poetas se han hecho a lo largo de la historia de la literatura. Técnicamente, en el mundo occidental, la poesí­a surge como una extensión de la música. En la Grecia clásica, la música podí­a acompañarse de varios instrumentos. Al incluirse las palabras, éstas debí­an adecuarse al ritmo y a la musicalidad.

Por su dulzura y la facilidad, muchos de los músicos preferí­an acompañarse de la lira, porque ésta acompañaba de mejor forma a las palabras, más que los instrumentos de viento o de percusión. De esa forma, las formas poéticas que surgieron de esa práctica, se denominaron «poesí­a lí­rica», por la lira.

Poco a poco, la poesí­a lí­rica, o simplemente lí­rica, evolucionó al género que ahora conocemos como poesí­a. Por sus caracterí­sticas originales, de musicalidad y de ritmo, la poesí­a jugaba, en un primer momento, con los efectos sonoros del lenguaje, como principal práctica, dejando a un lado la razón del discurso; por tal, se hizo más frecuente expresar la ilogicidad de los sentimientos, más que expresar discursos persuasivos y razonables, lo cual fue caracterí­stica, más bien, de la oratoria.

A lo largo de la historia, se ha ido modificado el concepto de poesí­a, sobre todo porque el lenguaje ha cambiado. De la Grecia clásica, en la Pení­nsula Itálica se desarrolló la poesí­a durante la Edad Media y el Renacimiento.

Varios poetas italianos crearon una especie de «fórmulas» de poemas, que sonaban bien en italiano; de ahí­, surgen las formas poéticas, como los sonetos, los cuartetos, las silvas, los madrigales, etc. Los poetas españoles del Renacimiento, sobre todo los de habla castellana, no habí­an encontrado estas formas de poesí­a, y muchas fueron adquiridas de la tradición poética de Italia.

Versificación castellana

En castellano, se encontraron varias fórmulas de versificación; las más populares fueron los sonetos, las décimas, los cuartetos, entre otros. La rima y el conteo de sí­labas también era un elemento importante para la creación.

Hay que recordar que la poesí­a se concebí­a en ese momento como heredera de la musicalidad, y no era posible salirse de ese esquema.

La poesí­a en lengua castellana se mide según el número de sí­labas de cada verso, a diferencia de la poesí­a griega y de la latina, que tienen por unidad de medida el pie, combinación de sí­labas cortas y largas (el yambo, la combinación más simple, es un pie formado por una sí­laba corta y otra larga). En la poesí­a latina los versos eran frecuentemente de seis pies.

Por el número de sí­labas, hay en la poesí­a en lengua castellana versos de hasta 14 sí­labas, los alejandrinos. Es muy frecuente el octosí­labo en la poesí­a popular, sobre todo en la copla. Las coplas de Manrique se basan en el esquema de versos octosí­labos, aunque a veces son de siete, rematados por un pentasí­labo. A esta forma se le llama «copla de pie quebrado». La irregularidad silábica es frecuente, incluso en la poesí­a tradicional. Por ejemplo, en poesí­as de versos de once sí­labas se pueden encontrar algunos de diez o de nueve.

Las estrofas (grupos de versos) regulares, de dos, cuatro, cinco y hasta ocho versos o más corresponden a las formas más tradicionales. El soneto, una de las más difí­ciles formas clásicas, se compone de catorce versos, generalmente endecasí­labos (once sí­labas), divididos en dos cuartetos y dos tercetos (estrofas de cuatro y de tres versos), con distintas formas de alternar las rimas.

La alternancia de sí­labas tónicas (acentuadas) y átonas (sin acento) contribuye mucho al ritmo de la poesí­a. Si los acentos se dan a espacios regulares (por ejemplo, cada dos, tres o cuatro sí­labas), esto refuerza la musicalidad del poema. Mantenida esta regularidad a lo largo de todo un poema, se logra un efecto muy semejante al del compás musical.

Actualidad

Al igual que en el castellano, en otras lenguas también se tuvo su desarrollo de la poesí­a, adquiriendo fórmulas de versificación propias. Una comparación fonética entre el castellano y otras lenguas, refieren que nuestro idioma suena muy golpeado y bastante tosco; esto a comparación de otras lenguas, como el gallego, el portugués y el francés, que son más dulces y más suaves en su entonación.

Sin embargo, a finales del siglo XIX, en Francia surge un movimiento que pretende encontrar nuevas formas de versificación, sin atarse a lo ya preestablecido.

Ese fue el caso de los Parnasianistas y los Simbolistas, que valoraron el verso libre, es decir, sin necesidad de contar las sí­labas o de que tenga rima.

A partir de ahí­, el verso libre ha sido, cada vez más, la norma. Sin embargo, el verso libre también tiene reglas muy precisas; salirse de los cánones es más difí­cil, porque implica que el poeta actual debe buscar su propio ritmo y su propia musicalidad.

También, la poesí­a dejó de ser ilógica, y cada vez más los discursos son más certeros, pero sin olvidarse que la poesí­a es el campo ideal para expresar la interioridad del poeta.

Muchos han tratado de expresar qué es la poesí­a o cómo deberí­a ser. Entre todas las posibles explicaciones, sobre sale la de Vicente Huidobro, que lo expresó en un poema titulado Arte poética: «Que el verso sea como una llave / Que abra mil puertas. / Una hoja cae; algo pasa volando; / Cuanto miren los ojos creado sea, / Y el alma del oyente quede temblando. / Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; / El adjetivo, cuando no da vida, mata. / Estamos en el ciclo de los nervios. / El músculo cuelga, / Como recuerdo, en los museos; / Mas no por eso tenemos menos fuerza: / El vigor verdadero / Reside en la cabeza. / ¿Por qué cantáis a la rosa, Oh poetas? / Hacedla florecer en el poema. / Sólo para nosotros / Viven todas las cosas bajo el Sol. / El poeta es un pequeño Dios.»