Es posible que un gran movimiento popular pueda tener éxito en América Latina, que la globalización de la pobreza sea una realidad y que pueda unir a los pueblos desposeídos, que los ideales proclamados por el Che Guevara unifiquen a millones de hombres.
Es posible que para los pueblos exista una vía que los conduzca a formar parte de sociedades más justas, en donde podamos cultivar los valores en los jóvenes, lejos de los paraísos artificiales que provocan el alcohol y las drogas.
Sin embargo la lucha para hacer realidad estos ideales será una lucha difícil, de mucho sacrificio, ya que en la actualidad además de salvar el obstáculo de las diferencias abismales entre ricos y pobres, es preciso luchar en contra de una inaguantable corrupción generalizada.
El pueblo de Guatemala tiene que pensar en una lucha intensa porque de lo contrario seguiremos siendo engañados por los políticos. Es triste pensar que lo normal es que cada gobierno se robe los recursos de la nación.
Desgraciadamente un movimiento por la dignidad nacional no va a surgir de las clases medias, tan pegadas a la corrupción y que defienden su posición por todos lo medios posibles. Surgirá dicho movimiento cívico del campesinado, el más golpeado por la pobreza y marginalidad.
El gran problema consiste en encontrar un hecho histórico que unifique a los guatemaltecos y que les sirva de inspiración para luchar. Al rescatar el legado revolucionario del Doctor Mariano Gálvez, quien se enfrentó a todas las fuerzas conservadoras y opulentas en aras de fomentar la educación, sumado a su incorruptible trayectoria de hombre público, tendremos entonces una figura del pasado lejano que sirva de fuente de ejemplo para lucha del presente.