¿Qué Estado requiere Guatemala?


La respuesta a la pregunta que se plantea en el titular, supondrí­a que Guatemala ha tenido un Estado que se ha desarrollado como tal y que después de años de gestión pública, la sociedad se pueda permitir dicha cuestionante, en el afán de hacer los ajustes necesarios para dar respuesta a los retos que impone por ejemplo, la dinámica liberal global de la economí­a, la polí­tica, la migración internacional y la internacionalización de las doctrinas e instituciones de derechos humanos, la exacerbación de la tecnologí­a de la comunicación y muchos cambios más. El modelo actual del Estado-nación, de la democracia y de la ciudadaní­a surgió en un contexto histórico que fundamentaba su existencia y práctica en la defensa territorial del ejercicio del poder y la obtención de derechos.

Julio Donis.

En el desarrollo de la institucionalidad polí­tica de Guatemala, la conformación del Estado ha pasado por diversas aberraciones, que tuvieron su peor expresión en la figura de Estado militarizado y represor en los años 80. Responder a la pregunta del tí­tulo debe hacerse entonces a la par de la necesaria aspiración de tener un estado. Lo que trato de expresar en estas lí­neas iniciales es que en la estructuración del imaginario polí­tico de los guatemaltecos, no se logró acuñar la figura del Estado.

La configuración de la idea de ciudadaní­a, la certeza de tener derechos civiles y garantí­as, el amparo de cada individuo sobre un sistema de justicia, son seguridades que recién las generaciones actuales o más jóvenes están asumiendo. Para decirlo con un ejemplo que deberí­a resumir esos vací­os de la dimensión ciudadana, haga la siguiente pregunta: ¿Siente lo mismo una persona de 60 años cuando ejerce el derecho del voto que una joven de 18? Naturalmente que no. El primero creció con una negación de su existencia en la lógica civil y la segunda recién comienza a tener la certeza de la democracia como valor.

No se desarrolló el Estado

Esto se hace más complejo, si adicionalmente recuerdo que este paí­s no es homogéneo, es desbordantemente diverso, por lo tanto hay igual cantidad de aspiraciones de reconocimiento ciudadano. Lamentablemente hay igual número de negaciones y de indiferencias. Estoy hablando de la diversidad étnica, de las mujeres, de los ancianos, de los que tienen capacidades diferentes, de los pobres, de muchas identidades que necesitan ser reconocidas por un Estado que aún no se desarrolla. Este es el escenario en el que un Estado debe atender con la polí­tica pública y entender a la vez que la diversidad le reta a conformarse de otra forma.

Regreso al tema inicial de esta entrega, el tipo de Estado que requiere Guatemala. Este paí­s ha pasado, igual que otras latitudes latinoamericanas, por el afán de «reformas modernizadoras» de sus polí­ticas y de sus instituciones, con el objeto de consolidar los derechos civiles y polí­ticos, todo con la pretensión de un enfoque más democrático de aquellas instituciones. Se probó ajuste estructural al modelo macroeconómico con el evidente fracaso. Luego se probó aplicando reformas a las instituciones, sobre la idea de que estas deberí­an ser reformadas o reconstruidas porque eran las que utilizan, sobre las polí­ticas actuales, los recursos de manera intensiva, es decir, cómo hacer para que las instituciones gasten de manera racional.

Los distintos ensayos

El saldo de tales iniciativas de «modernización» de corte neoliberal ha ido desde prejuiciar la labor estatal, pasando por reducir la burocracia, privatización de servicios, reorientación de prioridades del gasto, descentralización privatizada, «mejoramiento» de los servicios por medio de contrataciones externas, circunscribiendo al Estado en un espacio reducido hasta casi satanizarlo, para luego volver al inicio y empezar de nuevo a reconocerlo.

El tema es amplio y aún haciendo un buen esfuerzo de sí­ntesis, dejarí­a muchos elementos por fuera; aunque está la opción de seguirlos desarrollando en este espacio, dejo planteadas dos ideas: una es de enfoque y la otra es la descripción del camino que falta por andar.

Pensar al Estado implica repensar a sus instituciones porque ellas son de hecho las polí­ticas públicas. Tienen poder sobre recursos y poder en el juego polí­tico puesto que no son totalmente independientes. Más que reformar al Estado hay que repensarlo, y eso pasa por un abordaje en profundidad de las instituciones públicas.

Y finalmente, el Estado que requiere Guatemala no es otro que aquel que ofrezca certeza en materia de seguridad, justicia, derechos económico, culturales, sociales, y la creación de certidumbres sobre reglas claras y estables, para garantizar un crecimiento económico sostenido, para reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de los guatemaltecos.

Naturalmente a esta descripción le pueden faltar muchos adjetivos que son centrales en la definición de esta sociedad, por mencionar algunos: un Estado multicultural, un Estado democrático, un Estado abierto al mundo.

«Iniciativas de «modernización» de corte neoliberal han ido desde prejuiciar la labor estatal, pasando por reducir la burocracia, privatización de servicios, reorientación del gasto, descentralización privatizada, «mejoramiento» de los servicios por medio de contrataciones externas, circunscribiendo al Estado en un espacio reducido hasta casi satanizarlo, para luego volver al inicio y empezar de nuevo a reconocerlo».