El mes pasado recibí del Comandante Fidel Castro una patriótica e histórica tarjeta misiva ilustrada con una foto de cientos de enhiestas banderas de Cuba, con el epígrafe El Monte de LAS BANDERAS- LA HABANA, seguido de la siguiente leyenda:
«Amplio espacio ubicado frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos como respuesta del pueblo a sus insultantes e injerencistas mensajes lumínicos contra Cuba».
«Ciento treinta y ocho banderas negras con una estrella blanca en el centro, recuerdan a los caídos durante 138 años de lucha por la independencia. En las fechas de gran trascendencia se iza en cada asta la bandera cubana».
«Esta foto corresponde al 27 de noviembre de 2007, fecha en que se honra a los ocho estudiantes de Medicina fusilados en 1871».
El 25 del mes pasado le envié al Héroe del Asalto al Cuartel Moncada, la carta de acuse de recibo de la tarjeta-misiva y de agradecimiento, cuyo texto doy a conocer, sintiéndome muy honrado por haber sido destinatario de tan valioso documento patriótico e histórico de Cuba, que me fuera enviado por el prócer de la independencia de la Perla de las Antillas, durante el siglo XX e inicios del XXI, del Imperialismo estadounidense y paradigma para las repúblicas de Nuestra América.
Dice mi carta:
Guatemala, 25 de enero del 2008. Excelentísimo Señor Comandante Fidel Castro. Muy estimado Comandante:
Por este medio agradezco a usted la muy valiosa distinción que me prodigó al enviarme su histórica tarjeta misiva «El Monte de Las Banderas», en recordación y honra de los héroes cubanos que han caído durante 138 años de lucha por la independencia de Cuba, en particular como homenaje a los ocho estudiantes de Medicina fusilados en 1871 y de condena y respuesta a las injerencias agresivas del imperialismo estadounidense.
Tanto más agradezco y me siento honrado, al ser destinatario del histórico y simbólico «Monte de las Banderas», porque en el continente americano, usted, en los siglos XX y XXI, si creyéramos en la reencarnación, es el ser humano revivido de Simón Bolívar y José Martí.
El héroe de Dos Ríos, lo intuyó en ocasión en que reflexionando sobre la dignidad, pronosticó:
«Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros (y de éstos usted es el arquetipo) que llevan en sí el decoro de muchos hombres».
Por eso y por lo grandioso de su personalidad revolucionaria y firmeza en el indoblegable mantenimiento de la soberanía de su patria, al grado que en Nuestra América, desde 1959, bajo su guía, la Revolución Verde Oliva, valientemente ha hecho realidad la consigna martiana:
«Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de siete leguas».
Por lo anterior y, por otras muchas valiosas gestas suyas y del pueblo cubano, al cual usted ha servido sin desmayo y afanosamente, y además solidarizándose con todos los pueblos explotados del mundo, es que yo aunque sea en edad una década que usted, desde el Asalto al Cuartel Moncada, ha sido siempre mi mentor y, en la medida de mis capacidades, he tratado de no desviarme de la senda trazada por la guatemalteca Revolución del 20 de Octubre de 1944, antecedente de la Revolución Cubana, a la cual tuve el orgullo, durante siete años, de prestarle mis modestos servicios y el ingente beneficio de ser un trabajador partícipe de la construcción de una auténtica democracia entendida ésta como Abraham Lincoln la concebía, «Un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo».
Por último, de corazón le manifiesto mis muy sinceros deseos por el más pronto y total restablecimiento de su salud, para bien de usted, de su familia, del pueblo de Cuba, de los de Nuestra América y de la humanidad en general.
Le abraza su discípulo,
Alfonso Bauer Paiz