El hábito de la lectura empieza muy temprano, en casa



La lectura, más que un hábito, es una herramienta para integrarnos de manera eficiente a la sociedad. En un mundo lleno de opciones informáticas muchas instituciones, sobre todo las educativas, expresan su preocupación por la inexistencia de hábitos de lectura en nuestros jóvenes. Sin embargo es en casa en donde los niños deben adquirir conciencia de la importancia de la lectura. Para los más pequeños los ejercicios deben empezar con la lectura de imágenes, recortes sencillos de revistas puestas en orden en un cuaderno universitario bastará, no sólo para aumentar el vocabulario del bebé sino, para acostumbrarlo a enfocar su atención en el libro. La lectura de marcas comerciales es un hecho común que bien utilizado puede fácilmente convertirse en el primer paso para la lectura. Con las habilidades de manipulación del toodler vienen los libros de cartón, esos gruesos libros de pocas páginas con dibujos sencillos que deben ser elegidos con una historia muy simple de pocas palabras y con dibujos familiares al ambiente del niño, no es necesario que el libro trate de personajes de las pelí­culas infantiles pues evidentemente el cine y la televisión ofrecen un atractivo distinto al de los libros. Aunque no se tengan conocimientos pedagógicos es posible transmitir el placer por la lectura, no hay nada que agrade más a los niños que compartir actividades con sus padres, la lectura de un libro para un niño de dos o tres años no puede tomar más de cinco minutos, pero al principio requiere del empeño del padre en adquirir para sí­ mismo el hábito de realizar la actividad con su hijo. Cuando el ritual esté establecido, sin duda el pequeño pedirá que se repita muchas veces más. La primera lectura que debe realizarse de un libro en general, y principalmente uno lleno de imágenes es la inferencia, esto se refiere a una lectura deductiva de lo que las imágenes podrí­an buscar transmitir (los adultos realizamos una rápida lectura de la contraportada y el í­ndice), partiendo de allí­ podemos dar a la historia los significados que la imaginación nos permita. Llegará el momento en que su niño se dé cuenta de que usted conoce la historia gracias a las letras que lee en cada página, si ha elegido correctamente el libro podrá sugerir o ayudar a su hijo a realizar un dibujo del personaje principal o el que le haya interesado, luego rotular el nombre en letra de molde, color negro y con mayúsculas y minúsculas. Esto es similar al método utilizado por la serie de lecto-escritura Pepe y Polita en el que se presenta la imagen del niño o niña, de un perro, un gato y de diferentes actividades al pie de las cuales sólo se encuentra escrita una palabra, de esa manera el niño identifica las palabras de manera agradable y atenta hasta que su mente esté lista para empezar a asociar y fragmentarlas en letras. Con el paso del tiempo las actividades pueden variar pues los niños gustan de jugar loterí­a y memoria, usted mismo puede elaborarlas con las letras del abecedario, agrupándolas por la forma que éstas tienen b, d, g, p, q; a, c, e, o; m, n, ñ, u; gracias a la aguda percepción infantil y a una motivación desinteresada al juego, los niños logran fácilmente distinguir las diferencias, no es preciso que aprenda los nombres, porque sólo es un juego. Superada esta etapa se podrí­a aumentar la dificultad relacionando las mayúsculas con las minúsculas, nombrándolas por sus sonidos, no por sus nombres o realizar un álbum familiar con cada una de ellas en sus diferentes versiones impresas (de revistas o periódicos). Si el niño es introducido de manera amena, agradable y aventurera al mundo de la lectura disfrutará mucho más de ésta en el futuro. Existen en las librerí­as diferentes opciones para ayudar en el proceso, El Fondo de Cultura Económico cuenta con una excelente colección de libros para los más pequeños, también podemos tomar en cuenta las colecciones como El barco de vapor, Torre de papel para los niños en etapa de primaria y A la orilla del viento para los adolescentes. Las actividades anteriores son alternas a la adquisición de la lectura y escritura de la cual las escuelas y colegios están encargados de manera sistemática y profesional. Es importante que le niño e incluso el adolescente lea lo que le interesa, no lo obligue y recuerde que se predica mejor con el ejemplo que con las palabras.

Isabel Dí­az,

colaboradora