Pese al auge del documental en el mundo, en Chile sigue siendo el «pariente pobre» de la cinematografía, afirma el director chileno Patricio Guzmán, que empezará a rodar su próxima película, «Nostalgia de la luz», en su país en mayo próximo.
En vísperas de la apertura de la Semana del Documental chileno en París, que él organiza en colaboración con el cine Latina, Patricio Guzmán contó sus proyectos de cineasta y analizó la situación del documental en su país.
«Nostalgia de la Luz», que será una coproducción con varios países europeos, «es una película centrada en el Chile actual, ese país moderno que cree que está en el mejor lugar de América Latina, que tiene un nivel de crecimiento muy alto, pero en el que las desigualdades son también enormes», explica.
La película tendrá por eje tres búsquedas: una es la de familiares de desaparecidos en el desierto de Atacama. «Todavía hay gente en Chile que busca los restos de sus desaparecidos. Esa gente busca para hacer el duelo, para superar el dolor y construir el futuro de sus hijos. Buscan en el pasado, para algún día mirar hacia el futuro».
En la misma región, están los más grandes observatorios astronómicos del mundo, «que buscan en el pasado del universo el futuro de la humanidad». En Astronomía, «el presente es una delgada línea entre el futro y el pasado».
Entre tanto, a mil kilómetros de allí, en Santiago, «el gobierno y los poderes económicos niegan el pasado y solo buscan la riqueza del presente. Con esos tres grupos de personas quiero construir la visión actual de Chile», agrega el cineasta.
«Estoy entusiasmado con el proyecto, porque me interesa ese despegue, esa ambigí¼edad, esa pretensión. Chile es un país que ha olvidado lo que fue, un país en el que el olvido es un catafalco de mármol», acota.
La financiación de la película está casi terminada, y Guzmán espera poder empezar a filmar en Chile en mayo próximo.
Para el cineasta, que reside en París pero viaja cada año a Chile, donde organiza un festival de documentales, «la temática del país es tan rica que siempre hay alguna fibra que me motiva».
Y el hecho de no vivir allí, no es un inconveniente. Por el contrario le «permite un cierto distanciamiento».
De todos modos, afirma, «uno anda con su país en la mochila. Es imposible perder las raíces». A mí «nunca me ha preocupado ni la nostalgia ni la falta de pertenencia», recalca.
Respecto al auge del género documental, Guzmán estima que ese fenómeno es menos importante en América Latina que en Europa.
«En Chile hay una ayuda anual para la producción y la distribución, pero el fondo de fomento del cine es muy pequeño y la ficción lo absorbe casi todo: el documental sigue siendo el pariente pobre», afirma.
Las nuevas generaciones de directores han renovado el documental, «mostrando una gran riqueza e independencia artística».
«La paradoja es que a veces el éxito de público del documental es superior al de la ficción, pero de todos modos seguimos siendo el pariente pobre, no tenemos reconocimiento», comenta, señalando que su documental «Allende» tuvo 65 mil entradas en Chile, donde estuvo seis meses en cartelera, y otros documentales son distribuidos también en las salas y tienen éxito comercial.
«La dificultad es que la televisión les da la espalda», explica, estimando que «la televisión en Chile es totalmente comercial, carece de libro de estilo» e incluso «roba material de los directores de documentales, sin pedirles permiso y sin pagarles, cuando hacen programas sobre el mismo tema».
A pesar de las dificultades, los directores van a festivales, hacen contactos, tienen una asociación propia que les permite darse a conocer mejor. En ese contexto, la Semana del Documental chileno en París, es una excelente vitrina.