«La Strada» de Fellini llega a la ópera en Bélgica


Federico Fellini (D) dirigió la pelí­cula

El célebre filme «La Strada» del italiano Federico Fellini ha llegado a la ópera, de la mano de un compositor y un libretista belgas que presentan la nueva producción en Amberes y Gante (norte de Bruselas).


Juego de sombras chinescas, acrobacias, decorados urbanos modernos: la obra del compositor Luc Van Hove y el libretista Eric de Kuyper busca ser una adaptación fiel del filme de Fellini con elementos que la alejan de la ópera tradicional.

Estructurada en dos actos y unas dos horas de duración, «La Strada» gira en torno de las aventuras de la joven Gelsomina (interpretada por la soprano suiza Jeannette Fischer), el «forzudo» Zampanó (el barí­tono británico Richard Salter) y «el artista» Il Matto (el tenor belga Yves Saelens).

La ópera se inicia con un golpe de efecto visual gracias a una sombra chinesca sobre un telón semitransparente: es la figura de un Zampanó gigante que llega para llevarse a la joven Gelsomina a cambio de unos miles de liras en reemplazo de su hermana fallecida.

A partir de esa imagen que deja en claro desde el principio la relación de sometimiento, la historia nos muestra la vida circense ambulante en una atmósfera de tristeza y melancolí­a, «una profunda tragedia humana sin grandes palabras», como explica Van Hove.

«El circo no es como la vida. La vida no es un circo», dice la audiencia que observa el espectáculo de Zampanó y Gelsomina en plazas y estaciones de trenes marcados por un decorado urbano más bien siniestro de paredes de cemento, afiches destrozados y graffitis.

En la coreografí­a puede observarse el trabajo de la argentina Valentina Carrasco, que ha trabajado con los catalanes de La Fura dels Baus y que introduce juegos acrobáticos aéreos, marca registrada de esta compañí­a, pero también de los canadienses del Circo del Sol y del grupo De La Guarda.

El acto final de la obra, que comienza con el mar proyectado sobre un telón que hace pensar en la pantalla cinematográfica, carece de la intensidad y el desarrollo de la parte inicial, aunque incluya las escenas más dramáticas: la muerte de Il Matto a manos de Zampanó y la partida de este último dejando a Gelsomina dormida en la calle.

«Yo no necesito a nadie. Yo quiero estar solo…solo», dice el «forzudo», antes de que su llanto le haga sentir en carne propia el sufrimiento que conlleva esa soledad.

La creación de Van Hove y De Kuyper cierra un ciclo de la Vlaams Opera belga (Flandes, norte) dedicado a Fellini que se habí­a iniciado en 2004, y muestra como el séptimo arte puede servir de inspiración a la ópera.

Protagonizada por Anthony Quinn y Giulietta Masina (la esposa de Fellini), «La Strada» (1954) es considerada la primera obra maestra del cineasta italiano, y ganó el Oscar la mejor pelí­cula extranjera en 1956.