Homenaje a Arrufat


El homenaje que le rendirá la feria del Libro de La Habana, hoy, al escritor Antón Arrufat, en presencia de un alto dirigente del gobierno, es visto en la isla como un intento de enmendar errores de la polí­tica de la Revolución cubana hacia los intelectuales.


Arrufat, de 72 años y quien ha incursionado casi todos los géneros literarios, dijo a periodistas poco antes de la feria que se trata de «una pausada rehabilitación», insuficiente, pero positiva para ellos, su obra y «la cultura cubana».

El ministro de Cultura, Abel Prieto aseguró hace una semana que Cuba marcha hacia una cultura «inclusiva», sin las censuras, marginaciones polí­ticas y exclusión de homosexuales.

En 1968, Arrufat ganó el premio de teatro en el concurso Unión de Escritores de Artistas de Cuba (Uneac) con «Los siete contra Tebas», coincidiendo con Heberto Padilla (1932-2000), que se alzó en poesí­a con «Fuera de Juego».

«Los libros de Padilla y Arrufat (…) se publicaron con un prólogo en el que la institución dejaba constancia de su desacuerdo: eran obras que serví­an «a nuestros enemigos»», recordó Ambrosio Fornet en un reciente ensayo del «quinquenio gris» (1971-75), cuando la intolerancia oficial marginó a intelectuales por homosexuales o discordancia polí­tica.

Padilla fue detenido, y luego de una «mea culpa», fue marginado hasta que emigró y murió en Miami. Arrufat fue enviado al sótano de la biblioteca nacional, donde trabajó diez años.

Hoy se estima que esos errores intervinieron la influencia del «realismo socialista», que llegaba de Moscú e interpretaciones de la lí­nea definida por Fidel Castro en 1961 y simplificada a una frase: «dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada».

En los últimos tiempos, Arrufat, Premio Nacional de Literatura en el 2000, publicó gran parte de su obra y el 20 de octubre pasado, Dí­a de la Cultura Cubana, «Los siete contra Tebas» fue estrenada en el teatro y ahora reeditada para la feria.

El ánimo de reparación se puso de manifiesto desde la edición anterior, dedicada al poeta César López, uno de los afectados junto a Arrufat en el «quinquenio gris».

López, delante del presidente interino Raúl Castro, citó a importantes intelectuales de la emigración, el exilio y la marginalización, para que la feria «sea total y ecuménica y así­ supere cualquier limitación que en el transcurso de los años pueda haber mostrado, soportado y sufrido nuestra cultura», dijo.

La resurrección televisiva a fines de 2006 de tres funcionarios que aplicaron medidas contra intelectuales en el «quinquenio gris», provocó una ola de reacciones conocida como la «guerra de los e-mail», calmada por las autoridades bajo compromiso de no reeditar esa polí­tica.

Otra homenajeada es Graziella Pogolotti, una ensayista y crí­tica literaria de 75 años y reconocida cátedra en la Universidad de La Habana, que ha tratado el tema de las polémicas y debates intelectuales.

En la feria presentará «Polémicas culturales de los 60», una compilación de de un encendido debate cuyo estancamiento conllevó a posiciones oficiales dogmáticas que desembocaron en el «quinquenio gris».

En el prólogo, Pogolotti sostiene que el conflicto con las obras de Padilla y Arrufat «anunciaba confrontaciones que quebrantaron los ví­nculos con un sector de la izquierda» y precipitaron una polí­tica de restricciones.

«El valor de las polémicas de los años 60 rebasa su carácter histórico y testimonial. La relectura del pasado despeja verdades y contribuye a iluminar el presente», añade premonitoriamente.

Después de 10 años, la UNEAC celebrará su sexto congreso del 1 al 6 de abril, para algunos, la reunión polí­tica e ideológica más importante de los últimos años, que debe definir la difí­cil relación intelectuales-Estado, un tema espinoso en 50 años de revolución.