El primer mes


El gobierno cumple hoy su primer mes y se repiten viejos comportamientos que han sido caracterí­sticos de prácticamente todos los gobiernos, democráticos o no, que ha tenido el paí­s. Desde la perspectiva oficial las cosas están mejor de lo que se percibe desde la perspectiva de la calle y esa dicotomí­a es constante y perdurará a lo largo de los 47 meses que restan para el fin del perí­odo del presidente Colom, como perduró mientras ejercieron el poder sus antecesores.


Y es que las perspectivas son muy diferentes, porque desde el lado del gobierno se siente que se están haciendo las cosas bien, que se dan prioridades a las cosas que tienen que priorizarse y además es constante la lisonja que aplaude todo gesto, palabra o acción de quienes gobiernan. Una de las caracterí­sticas que tienen las roscas del poder es que para mantenerse tienen que explotar esa vena de vanidad que es propia de la naturaleza humana pero que se exacerba en casos especí­ficos. Y los aduladores saben que en la medida en que alimenten el ego de quienes gobiernan, aumentan su influencia y su poder.

Por el lado de los ciudadanos la cosa se ve de manera distinta, porque los cambios de gobierno tienen poco impacto en la vida diaria, como no sea cuando se producen situaciones burdas como el ataque a los pilotos del transporte público en lo que el gobierno ha definido como una acción terrorista en su contra. De esa suerte, el ciudadano sigue viviendo sus mismas dificultades y los cambios tienen que ser demasiado profundos para que se sientan. Importa ver que los combustibles suben más de la cuenta, que se paraliza el transporte por el ataque a los pilotos, que en el supermercado no dan el vuelto cabal porque están redondeando cantidades y que los asaltos para robar celulares y despojar a la gente de sus escasas pertenencias siguen a la orden del dí­a.

Claro está que también es parte de la naturaleza humana alentar esperanzas y como éstas son lo último que se pierde, existe la ilusión de que las cosas cambien para bien y que las dificultades del nuevo gobierno sean como los dolores de parto, para que pueda iniciarse una etapa de transformación que apunte a satisfacer sentidas y expresadas necesidades de la población. Especialmente entre los más pobres resuenan aún las palabras expresadas por Colom hace un mes, cuando dijo que ese dí­a principiaba el privilegio de los pobres. Y la verdad es que son muchos los que lo desean fervientemente y que además lo necesitan porque si la socialdemocracia tiene sentido es por su búsqueda de niveles de justicia social que permitan eliminar esas enormes brechas generadas por la inequidad.

En fin, a un mes de gobierno no se puede aún hacer ni balance ni pronóstico, pero que las perspectivas son distintas, es un hecho.