Cada cuatro años, el mes de febrero tiene la excepción de contar con veintinueve días, muchas personas en el mundo aún se preguntan el porqué de esta situación y la manera de cómo afecta al tiempo en general. La historia nos permite conocer algunas informaciones acerca de tal fenómeno en diferentes épocas, así como los personajes que estuvieron involucrados en la toma de decisiones al respecto.
Resulta que en Roma se dio un problema extraño: las fechas dejaron de coincidir con las estaciones, con las fiestas religiosas y con el clima; a tal grado llegó la molestia que tuvo que intervenir el emperador Julio César, máxima autoridad del Imperio Romano quien delegó la responsabilidad de estudiar el fenómeno al astrónomo griego Sosígenes.
En el año 45 a.C. Cayo Julio César, siguiendo el consejo del astrónomo griego Sosígenes (siglo I a.C. oriundo de Alejandría), decidió utilizar un calendario estrictamente solar. Este calendario, conocido como calendario juliano, fijó el año normal en 365 días, y el año bisiesto, cada cuatro años, en 366 días. Año bisiesto es el año de 366 días que excede en un día al año común. El día añadido se aplica al mes de febrero, que pasa de 28 días a tener 29 en los años bisiestos.
El concepto de año bisiesto se remonta al año 46 a de C y fue creado por el astrónomo griego Sosígenes. La expresión «bisiesto» procede de bis sexto calendas martias, nombre que los romanos daban al día 25 de febrero cuando el año era bisiesto, y en el que se intercalaban seis días antes de las calendas del mes de marzo.
Luego del estudio correspondiente, Sosígenes de acuerdo a sus cálculos encontró un error, el cual consistía en haber asignado al año 365 días redondos mientras que su duración era de 365 días y 6 horas. Esa diferencia parecía insignificante, pero al hacer cuentas encontraron que se había dejado de contar 90 días en el calendario. Y para corregir el problema por medio de un Decreto del Emperador se le agregaron los días faltantes a ese año, el cual tuvo 445 días y se le conoció como «el último año de la confusión»
Como resultado de las investigaciones de Sosígenes, el emperador Julio César reformó el calendario romano del rey Numa Pompilio y, debido al retraso que este presentaba respecto al año solar, añadió cada cuatro años un día más; sin embargo, la reforma juliana producía un error de un día cada 128 años.
En el siglo XVI se repitió en Roma el fenómeno de la inexactitud de fechas con climas y fiestas; época del papado de Gregorio XIII, quien encargó a una comisión de astrónomos una solución que por fin terminara con este problema; los científicos se basaron en la propuesta de un científico matemático italiano llamado Luigui Lilio quien encontró que la regla que puso Sosígenes había sido correcta, tenía problemas de exactitud, pues la fracción que él tomó como de 6 horas completas era en realidad 5 horas, 48 minutos y 45 segundos. Como consecuencia de haber redondeado esa cifra se habían contabilizado 10 días de más en el calendario, lo que obligó a quitarlos.
El Papa Gregorio XIII decretó que se eliminaran 10 días del mes de octubre de 1582, de manera que de un día para otro, la gente pasó a vivir del día 4 al 15 de octubre como la cosa más normal. Los días del 5 al 14 nunca existieron. Para evitar que se siguieran acumulando más días, Lilio inventó una regla adicional a la del año bisiesto, que consiste en que todos los años de fin de siglo serán bisiestos sólo cuando sean divisibles por 4 y 400; con base a esto, el año 160 si fue bisiesto, pero no así los años 1700, 1800 y 1900 que fueron «normales». Continuará…