Luchando por la justicia


Generalmente cuando alguien se pone en un plan de lucha no muchos lo comprenden, le llueven crí­ticas al por mayor, y aún los que saldrí­an beneficiados podrí­an denunciarlo. Entonces, ¿qué impulsa a algunos hombres a levantar banderas de batalla, y aún sabiendo que tienen ante sí­ todas las adversidades continuar hasta ofrendar sus propias vidas?

í“scar Enrique Alvarado S.

Así­ ha sido y seguirá sucediendo y los que de verdad han sido honestos dejan un recuerdo que es una semilla. Otros seguirán. Escribo de esta manera debido a que me conmueve la pobreza en que viven muchos guatemaltecos, familias completas en una sola habitación, por largos perí­odos sin agua potable y sin que los niños asistan a la escuela. Este es el caso de una familia que reside en un lugar de gran belleza natural, teniendo por marco el llamado Cerro de Agua que forma parte del volcán de Pacaya, y por otro lado caminando un par de kilómetros los miembros de dicha familia pueden observar la parte posterior del lago de Amatitlán, desde lo alto, con los veleros y a lo lejos el relleno por donde antes pasaba el tren que llenaba de alegrí­a a los turistas.

Propongo en estos renglones solicitar una reforma del Organismo Legislativo. Será el pueblo reunido en juntas quien decida el número de diputados y el salario justo que cada diputado deberá percibir.

Estoy en la disposición de sostener una pública polémica, afirmando por mi parte que el mencionado Congreso ha dejado más males que bienes a la Nación por la deslealtad de los diputados hacia el pueblo.

La pobreza generalizada es razón suficiente para que los recursos que se emplean para sostener a tantos diputados y asesores, más plazas fantasmas y costosas comidas, sean invertidos tales recursos para disminuir en parte las grandes carencias de la población.

Declaro que ya perdí­ la confianza en el Congreso Legislativo, lo mismo con la Contralorí­a de Cuentas y otras instituciones del Estado, serí­a mejor que estuviésemos bajo la observación de las Naciones Unidas, (ONU).

Desde los dí­as de la Independencia en 1821, cuando no existí­a ninguna tecnologí­a, en juntas eran discutidos temas como libertad de comercio y de agricultura, entonces hoy con toda una tecnologí­a moderna con mayor razón podemos pensar en todos aquellos aspectos que más convengan al paí­s. Es una lástima que los diputados a quienes se les ha proporcionado computadoras solamente piensen en cometer actos ilí­citos.