Los indicadores de violencia en el país se encuentran en niveles demasiado altos desde hace mucho tiempo y la contabilidad de los primeros días del nuevo gobierno lo único que reflejan es que no ha disminuido la tasa de criminalidad tras los operativos realizados con escaso criterio por autoridades que no entienden el desgaste que para ellos significa realizarlos para que todo siga igual. Pero no parece correcto realizar esa macabra contabilidad con tanto detalle cuando no se hizo con anteriores gobiernos, porque el problema de la violencia es indudablemente estructural y además se ve exacerbado por ciertos intereses políticos.
Sin ánimo de defender al gobierno actual, porque la factura que les están pasando tiene que ver con algunas fanfarronas expresiones, sí hay que decir que por fuerte que sea la labor de prevención que realice la Policía Nacional Civil con operativos de vigilancia, mientras no se logren avances concretos en la investigación que permitan aplicar la justicia y condenar a los que cometen delitos, no esperemos que haya cambios drásticos, mucho menos cambios dramáticos en el comportamiento de los guatemaltecos. Porque no puede ignorarse que la falta de acción para castigar el delito, léase la campante impunidad que domina al país, es aliciente para que cualquiera sienta que puede matar a otro sin el menor temor a consecuencias legales.
Todos los gobiernos, incluyendo al anterior, hacen esfuerzos por presentar indicadores de violencia menos catastróficos y hasta se manipulan las informaciones y se ocultan hechos para ir bajando la tasa de criminalidad. Pero la verdad la vemos los guatemaltecos en el día a día de nuestra vida, cuando nos enteramos de primera mano de toda clase de crímenes que se cometen y, lo peor, de componendas entre instituciones públicas para ir estirando el manto de la impunidad, como hizo Corfina estos días para librar de persecución penal a los sindicados por la quiebra de un banco.
Mientras exista esa tendencia a demostrar que el crimen paga, que el que delinque puede vivir tranquilo en Guatemala porque no hay poder legal que les haga enfrentar responsabilidades penales, no esperemos que en el país disminuya la violencia. Es por ello que hasta por pleitos de tráfico se producen muertes, porque cualquiera sabe que aun si mata a alguien podrá beneficiarse de la ineficacia de un Ministerio Público que es la mayor burla a la administración de justicia.
Si la violencia se combate con inteligencia es momento de empezar a demostrarlo con cambios que demuestren que se está usando talento en el diseño de las políticas públicas de seguridad ciudadana. Y es crucial hacerlo porque, de lo contrario, se va a servir la mesa para que la gente termine aceptando que la mano dura es la receta adecuada.