La seducción se pone de moda en Parí­s


«La ropa es la seducción», afirma el diseñador franco-sueco Marcel Marongiu, decidido a reflejar esa convicción en su primera colección para Guy Laroche, presentada hoy al margen del calendario oficial de los desfiles de alta costura parisina.


Desde la muerte de su fundador en 1989, la casa Guy Laroche ha tenido una sucesión de directores artí­sticos, y su imagen «fue un tanto flotante» en los últimos años, reconoce Marcel Marongiu, de 45 años, director artí­stico de la firma desde noviembre pasado.

Vestido de vaqueros negros y chaqueta obscura sin corbata, el diseñador manifiesta su nerviosismo en ví­speras del desfile que debe empezar a redefinir la identidad de la casa. «Es importante que Guy Laroche vuelva a ser lo que su nombre representa todaví­a», es decir «una cierta elegancia», afirma.

Su llegada a la casa Guy Laroche es un nuevo desafí­o para Marcel Marongiu, que inició su carrera hace cerca de 20 años, durante la cual pasó por periodos excelentes, pero también por momentos sombrí­os.

Nacido en Parí­s el 9 de febrero de 1962, hijo de un ingeniero francés y de una azafata sueca, Morongiu pasó la mitad de su vida en Estocolmo, donde hizo sus estudios.

«La pintura y el dibujo son mis primeros amores», dice, el diseñador, que, apasionado por las artes plásticas, estudió en la escuela de Bellas Artes tras abandonar estudios de economí­a.

«Pero tampoco terminé, porque fue allí­ que decidí­ que querí­a dedicarme a la moda», cuenta.

Marcel Marongiu estudió diseño de moda en Suecia, se formó después en Parí­s con France Andrévie, y regresó a Estocolmo, donde presentó en 1989 su primera colección.

Pero Suecia «es muy pequeña y está muy lejos», para el diseñador que quiere «medirse con los grandes». Marcel Marongiu decidió instalarse en Parí­s en 1991 y creó su propia firma.

Cinco años más tarde, pese a que sus colecciones eran bien recibidas, vino la quiebra. Asociado a financistas japoneses, volvió la lanzar una colección femenina, una masculina y otra de marroquinerí­a.

Hasta que en 2006, sus asociados deciden de «parar todo». «Después, fueron las dificultades», recuerda el diseñador, que se contentó con ser consultante de moda para marcas asiáticas.

Con Guy Laroche, vuelve a la creación, pero «de manera muy pragmática», recalca. «La moda se hace para ser lucida» y «se puede ser creativo sin perder de vista la necesidad comercial», agrega.

Para este modista, que afirma trabajar sus colecciones «como cuadros», «lo más importante es la silueta, el cuerpo», mucho más que «todo lo que es color, estampados, detalles».

Prefiere «utilizar los no colores» para «no romper la armoní­a» y para que la ropa no oculte nunca a quien la lleva.

Marcel Marongiu tiene un solo objetivo: permitir a las mujeres «encontrar una cierta elegancia, afirmarse, ser más seductoras».

«La pintura y el dibujo son mis primeros amores.»

Marcel Marongiu