Uno de los escándalos sexuales más resonantes que produjo una nueva generación de tabloides sensacionalistas y acusaciones de justicia perversa volvió a escena esta semana en el festival de cine de Sundance, en «Roman Polanski: Wanted and Desired».
El documental dirigido por Marina Zenovich fue estrenado en el festival en el trigésimo aniversario del caso judicial contra Polanski, ofreciendo una visión con simpatía por el famoso director que abandonó Estados Unidos en 1978 para evitar ser encarcelado por haber mantenido relaciones sexuales con una niña de 13 años.
Relatado por diarios de todo el mundo, el caso «sensacionalista» fue «uno de los primeros ejemplos de periodistas cazando gente para una historia en un tabloide», dijo Zenovich.
«No existía entonces «Entertainment Tonight» o «Access Hollywood» (en la televisión estadounidense), pero había mucho interés en este caso. Y una vez que descubrieron su nombre (el de la víctima, Samantha Gailey), descubrieron a qué escuela iba, dónde vivía, y la acosaron — y a Polanski».
Y, según Zenovich, ensuciaron la historia.
Basándose en entrevistas con los fiscales del caso y con Gailey (actualmente Samantha Geimer), filmaciones de los medios de los años 70 y entrevistas recicladas del propio Polanski, la realizadora busca poner las cosas en lo que considera su dimensión correcta.
Pero duda que la visión de la gente de Polanski cambie luego de ver su película, admitió Zenovich.
«Estados Unidos es muy puritano y la gente no puede superar las acusaciones. Creo que hay una gran mayoría de personas que incluso escuchando esta historia no les importará porque no pueden apartarse de las acusaciones».
«Sin embargo en Europa él es reverenciado», añadió. «Es un choque cultural».
En el puritano Estados Unidos, sostiene Zenovich en la película, Polanski era visto con sospecha y desprecio: un extranjero con maneras perversas.
En Europa, era presentado como una figura trágica, cuya madre murió en el Holocausto y cuya hermosa esposa Sharon Tate fue masacrada por seguidores del culto a Charles Manson en California.
Para los fiscales involucrados e incluso la víctima el juez estaba «dirigiendo» una injusticia al intentar castigar severamente a Polanksi por mantener una relación sexual ilícita con una menor que había fotografiado para la edición francesa de la revista Vogue, cuando la mayoría de los involucrados creía que merecía una libertad condicional.
El juez tenía varias novias de veintipico, a quienes duplicaba en edad.
Se decía que el fiscal, un mormón «con una imagen tipo Robert Redford», había sido asignado al caso porque era el único fiscal del Departamento de Justicia que no había tenido relaciones con una menor de edad. En la película éste manifiesta empatía por Polanski.
Y Gailey, actualmente una madre de tres hijos, dice en la película que habría preferido abandonar el caso tras enfrentar los reflectores de los medios de comunicación.
Sin embargo, el caso se mantiene abierto y Polanski, aclamado por «Chinatown» (1974) y «El bebé de Rosemary» (1968), todavía es un fugitivo para Estados Unidos.
«Todos deberían ser tratados en forma justa», señaló Zenovich. «Fue una tragedia para todos los involucrados y creo que es triste».
Polanski, actualmente de 74 años y que todavía vive en Francia, declinó aparecer en el documental salvo en imágenes de archivo. «Esta historia se desarrolla hace 30 años y es sobre él entonces, por lo que tenerlo a él en la película no era necesario», comentó Zenovich.
La especulación sobre si aparecería en Los Angeles para reclamar su premio de la Academia en 2002 por «El pianista» la impulsó a hacer el filme, explicó. «Me llevó cinco años hacerlo», indicó la realizadora, asegurando que fue el destino que se estrenara cuando se cumplen 30 años del caso.
Marina Zenovich
directora del documental