Daniel Enrique Morales: Una moral para los jóvenes


Es quizá desde Aristóteles que permanece viva la preocupación por iniciar a los jóvenes en la vida ética. El famoso «estagirita», varios siglos antes de Cristo, o «el filósofo» como le llamó santo Tomás, escribió en su tiempo una ética, la ética Nicomaquea, que según aseguran los expertos, estaba dirigida a su hijo, Nicómaco, con la intención de que comprendiera la importancia de la vida justa para alcanzar la felicidad.

Eduardo Blandón

Desde ese tiempo hasta nuestros dí­as algunos filósofos continúan con el interés de enseñar el significado de la ética. En los últimos años, por ejemplo, en España apareció el famoso texto de Fernando Savater titulado: í‰tica para Amador, que tiene la intención de enseñar a Amador, el hijo de Savater, el significado de la vida y el valor de llevar una vida autónoma, libre y responsable.

También el Padre Morales, sacerdote salesiano y profesor en filosofí­a, aspira a entregar a los jóvenes una obra accesible a ellos para orientar sus vidas. í‰l mismo lo expresa en el texto introductorio: «Me parece importante y necesario volver sobre el tema moral. No se puede caminar hacia metas y fines, si no tenemos guí­as, criterios, normas de vida, que nos ayuden a actuar correctamente y conforme a valores. Y entiendo que estas normas y criterios deben ser objetivos y universales, como trato de proponerlo en este libro; es decir, normas que estén de acuerdo a la verdad y a las exigencias de la realidad personal, de todo hombre, de toda mujer».

El problema, sin embargo, de quienes han escrito este tipo de obras es que, no obstante han sido concebidas para un público ciertamente ajeno a la filosofí­a, la exposición del contenido no siempre es accesible a ellos. No es fácil. Los autores se esfuerzan por poner ejemplos concretos, contar anécdotas, usar la ironí­a, tener sentido del humor y ser lo menos complicado posible, pero a veces el resultado es inútil y el texto se vuelve en ocasiones árido. No es para menos, sobre todo si, como el P. Morales, se intenta explicar a los jóvenes eso de «ley natural», «recta razón» o «los imperativos categóricos» de Kant.

De cualquier manera, la obra del padre salesiano es encomiable por varias razones. En primer lugar, por el esfuerzo de sistematización que ofrece el libro. Morales Urbina presenta un texto que abarca lo que él llama: una ética general y una ética especial. En la primera parte, plantea los fundamentos teóricos de la ética para terminar, en un segundo momento, con un repaso de aquellos problemas morales más controversiales de la ética.

Otro punto a favor del libro es la brevedad de cada uno de los capí­tulos junto a la seriedad del mismo. Es decir, no obstante, es una obra pensada para jóvenes, es evidente que hay buena fundamentación filosófica que conecta con la mejor tradición de la filosofí­a cristiana. No hablamos, por tanto, de un libro superficial ni mediocre, sino de un texto que bien podrí­a servir para profesores de filosofí­a. Asimismo, al final de cada capí­tulo hay talleres de diálogos que bien podrí­an servir como pretexto para iniciar una reflexión conjunta.

Esos son los puntos a favor. Pero, ¿tiene la obra agujeros negros? Claro que sí­. En primer lugar, se trata de un libro si se quiere «conservador». Ya he dicho que conecta con la mejor tradición del pensamiento filosófico cristiano, por tanto, el maestro que se esconde en cada lí­nea del texto es santo Tomás. La visión ética es esa que el «Doctor Angélico», mutatis mutandi, enseñó en el siglo XIII. No hay que buscar, entonces, a aquellos filósofos que como Apel o Habermas, por ejemplo, en Europa, o Dussel en América, han tratado de darle un giro a la reflexión ética.

Esa desventaja es la que hace que uno se sienta en la época de las cavernas cuando se leen temas dedicados a la «recta razón», la «ley natural» o eso de los «preceptos primarios comuní­simos». Para muchos autores esa temática está superada y sólo constituye un momento de reflexión de la arqueologí­a filosófica. Evidentemente, tales posturas hacen que el autor en ocasiones se manifieste «cerrado», «conservador» y, a veces también, «intolerante».

El libro cuenta con trescientas veinte y tres páginas y se divide en dos partes: la moral general y la moral especial. En la primera parte, algunos de sus principales capí­tulos son: La persona humana y su acción; persona y libertad; el valor; los sistemas morales más importantes; ley positiva y derecho; la ley natural y, finalmente, la conciencia. En la moral especial sobresalen los siguientes temas: La persona y la vida; moral social y polí­tica; los principios sociales; el matrimonio y la familia, y, por último, la sociedad polí­tica y el Estado.

El P. Morales, al final de la obra, dice sentirse satisfecho si el libro es útil para guiar a los jóvenes en su vida, pero también si puede erradicar ese «relativismo» que dice invadir la existencia de las jóvenes generaciones. Textualmente lo dice así­:

«Creo que lo que más interesa de este trabajo son dos cosas. En primer lugar, haber superado cualquier forma de relativismo moral, aun respetando la diversidad de culturas, la idiosincrasia de los pueblos y la propia conciencia personal (…). En segundo lugar, interesa que ustedes, en este Manual, tengan las normas y guí­as morales que les sirvan de ayuda, tanto para usar correctamente su libertad y, consecuentemente, para actuar ordenadamente conforme a verdad, como también para dar juicios morales objetivos acerca de cualquier hecho, acción, actitud o problema humano».

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