En internet, los jóvenes reinventan los códigos de la filantropí­a


Unos usuarios de Internet en Marruecos administran su blog. La filantropí­a se volvió a poner de moda en las comunidades electrónicas en la Web.

Concursos de blogs, recompensas para donantes, contactos directos con los beneficiarios, insignias virtuales de caridad: la generación de 20 a 30 años aprovecha el poder de internet para reescribir a su manera los códigos de la filantropí­a.


«Es la primera vez en mi vida que me involucro en una obra caritativa», cuenta excitada Casey Gruby, de 30 años, abogada de Boston (noreste de Estados Unidos), convertida en donante al «navegar» en el sitio de socialización MySpace en 2007.

«Tení­a la impresión que habí­a que ser Bill Gates o Warren Buffet para ser un donante. Pero ahora se puede ser un «Bill Gates normal». Si se tienen 10 dólares, 100 dólares, mil dólares, se puede ayudar a una escuela en Africa y constatar los resultados de la inversión», añadió.

Blogs (páginas personales), foros de discusión, páginas… la generación de 20 a 30 años utiliza todos los instrumentos que le ofrece internet para apoyar los proyectos de profesores, apadrinar los estudios de un niño o luchar contra la pobreza.

«Con las organizaciones tradicionales, donas dinero sin saber a dónde va, mientras que aquí­ ves cómo va, eliges a alguien o a un proyecto, sigues el avance del proyecto y ves si tiene resultado», explicó Jerry McCrae, de 27 años, que contribuye a la compra de equipamiento escolar para una escuela de Nueva Orleans (sur de Estados Unidos).

Lo concreto, la obsesión por la transparencia… la mayorí­a de los internautas donantes han convertido eso en los motores de su compromiso.

kiva.org, que agrupa a más de 90 mil donantes y ha recolectado ya más de 19 millones de dólares, propone a los internautas una fórmula de microfinanza. El donante es contactado con el eventual beneficiario en un paí­s en ví­as de desarrollo y puede, si lo desea, visitarlo.

«Â¿Cómo no ayudar a personas que luchan por alimentar a su familia?», escribió Bernadette William, que vive en Hong Kong y acaba de regresar de la provincia de Kampong Cham en Camboya, donde observó la evolución de la tienda de Suos Sam Oeun, madre de un niño, a quien otorgó una ayuda de mil dólares.

Conscientes del éxito de las ONG virtuales, que seducen a decenas de miles de jóvenes internautas, los sitios de socialización como Facebook y MySpace se asocian a ellas para lanzar nuevos instrumentos de recolección.

En mayo de 2007, Project Agape, especializada en la acción social, y Facebook inauguraron «Causes», que incita a los usuarios del segundo a reunirse en comunidades en torno a una causa que les interese.

En menos de un año «Causes» atrajo a más de 2,5 millones de donantes y permitió recolectar 300 mil dólares, que fueron luego distribuidos a diferentes obras caritativas, explicó Joe Gren, de 24 años, uno de los cofundadores del proyecto.

¿Pero cómo alimentar y mantener vivo este compromiso cí­vico? Ese es el desafí­o que enfrentan estas ONG virtuales. Cada una propone su propia receta.

Casefoundation.org puso un pozo de 750 mil dólares a compartir por los miembros de Facebook que sumen más personas a la causa que defienden.

Los miembros de Sixdegrees.org son invitados a crear un «pin de caridad» con su causa favorita y enviarlo a sus amigos. Esta insignia contabiliza la suma recaudada y la cantidad de donantes. Lanzado en enero de 2007, ya se recaudaron 740 mil dólares.

«Esto me permitió interesarme en el mundo que me rodea», indicó Lucille, de 25 años, que vive en Idaho (noroeste) y que se identifica solo por su nombre en el sitio de sixdegrees.org.

Myspace lanzó por su parte en 2006 premios denominados «Impact» por un monto de 10 mil dólares para recompensar a los usuarios que se distinguieron «haciendo la diferencia».

Frente a esta competencia que las amenaza, las ONG tradicionales están obligadas a adaptarse. Así­, el Ejército de Salvación acaba de montar una página en distintos sitios de socialización con la esperanza de «abrirse» a esta nueva generación.

«Con las organizaciones tradicionales, donas dinero sin saber a dónde va, mientras que aquí­ ves cómo va, eliges a alguien o a un proyecto, sigues el avance del proyecto y ves si tiene resultado.»

Jerry McCrae

Usuario

«Con las organizaciones tradicionales, donas dinero sin saber a dónde va, mientras que aquí­ ves cómo va, eliges a alguien o a un proyecto, sigues el avance del proyecto y ves si tiene resultado.»

Jerry McCrae

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