Tras la agresión a un jubilado, el político alemán Roland Koch, de la CDU (Unión Demócrata Cristiana) de Angela Merkel, en campaña para permanecer como jefe de gobierno del Estado regional de Hesse (centro), ha ensillado uno de sus caballos de batalla favoritos denunciando la «criminalidad de los extranjeros».
La agresión perpetrada por dos jóvenes desocupados, un turco y un griego, contra un septuagenario que les había exigido que apagaran sus cigarrillos el 20 de diciembre en un metro de Múnich (sur), dio al dirigente de Hesse (centro-oeste) la oportunidad para reasumir el tema de los extranjeros, el mismo que le permitió su victoria electoral en 1999.
Los medios de comunicación difundieron durante varios días las imágenes del momento de la agresión, de una violencia poco frecuente, y filmadas por una cámara de vigilancia. «!Alemán de mierda!» gritaron los dos jóvenes, antes golpear al anciano y fracturarle el cráneo.
Roland Koch, a la búsqueda de un tema para dar en el blanco en su campaña, mientras los sondeos predicen un resultado incierto en el comicio regional del 27 de enero, pasó rápidamente al ataque, ayudado por el diario popular de derechas y de gran tiraje Bild Zeitung.
«Tenemos demasiado jóvenes extranjeros criminales», lanzó el jefe de los democristianos de Hesse en una entrevista con Bild, que publicó estadísticas detalladas sobre la criminalidad de los extranjeros en Alemania.
Aquellos que Alemania acoge deberían «mantener el puño hacia abajo» y «el extranjero que no respete nuestras reglas no tiene nada que hacer aquí», agregó este jurista de 49 años, reclamando que la «tolerancia cero» forme parte de la «política de integración».
Considerado como un político brillante y de gran refinamiento táctico, Koch sabe usar el filón populista. Hace dos semanas preconizaba prohibir la burka en las escuelas de Hesse, donde ninguna joven lo lleva. En 1999 tomó el mando de la región, tras haber orquestado con éxito una vasta petición contra la reforma de la ley de nacionalidad, impulsada por el entonces gobierno socialdemócrata-verde del canciller Gerhard Schrí¶der, para flexibilizar las condiciones de naturalización.
Reelegido en 2003 gracias a las decepciones deparadas por el gobierno federal roji-verde de Schrí¶der, Koch se ve confrontado este año a una constelación política menos propicia, ya que los socialdemócratas son aliados de los democristianos a nivel federal.
Los comicios de Hesse, Baja Sajonia y Hamburgo, entre enero y febrero, son considerados como el primer test para la «gran coalición» de Merkel, que dirige Alemania desde el otoño de 2005.
La elección de Hesse no está ganada de antemano por la CDU. Un sondeo publicado hoy le predice el 40% de los votos, es decir 9% menos que en 2003, frente a 33% del SPD ( 4%). Incluso pactando con los liberales (FDP), que tendrían 9% según las predicciones, Koch no llegaría a formar una mayoría. En conclusión, Koch «busca desesperadamente un tema federador», se mofaba un periódico el pasado sábado.
Aplaudido por la extrema derecha, sus intentos le han valido a Koch una lluvia de protestas (SPD, Verdes, FDP).