El drama de las mujeres rehenes de las FARC


Clara Rojas, ex vicepresidencibla de Colombia.

Con la anunciada liberación de Clara Rojas, su hijo Emmanuel, y Consuelo González de Perdomo, aún quedarán dos mujeres en poder de las FARC, la colombo-francesa Ingrid Betancourt y la ex congresista Gloria Polanco, que integran lo que esa guerrilla llama rehenes ’canjeables’.


El cautiverio de Rojas y Betancourt comenzó el mismo dí­a, el 23 de febrero de 2002, cuando realizaban una gira de la campaña por la presidencia de esta última, en una carretera del departamento del Caquetá (sureste).

Aunque el comando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que las interceptó sólo pretendí­a secuestrar a Betancourt, Rojas -que era su jefe de debate- se ofreció para acompañarla.

Betancourt, hija de una familia de polí­ticos y educada en Francia, habí­a sido parlamentaria por el partido Liberal antes de fundar su propio partido Oxí­geno.

Su secuestro generó una amplia campaña internacional liderada por su familia y por el gobierno francés, mientras que la suerte de otros rehenes obtuvo menos repercusión afuera de Colombia. Las FARC han propuesto intercambiar al menos a 45 rehenes por 500 rebeldes presos.

Rojas fue madre en cautiverio de Emmanuel, a quien concibió con uno de sus captores.

Por su parte González y Polanco son ambas congresistas por el departamento colombiano de Huila (sur), y sus plagios ha dado lugar a sendas tragedias familiares.

González, secuestrada el 10 septiembre de 2001, perdió a su esposo -quien murió de infarto en 2005- y se convirtió en abuela mientras estaba en cautiverio.

Su hija Patricia contó que en los mensajes que enví­an en la madrugada a los secuestrados a través de las emisoras de radio privadas, le contaron a Consuelo el nacimiento de su primer nieto.

«Frank Pinchao (un rehén que huyó en abril de este año de las FARC), nos contó que ella supo que iba a ser abuela», indicó.

Polanco fue secuestrada junto con sus dos hijos Jaime y Juan, el 26 de julio de 2001 cuando un comando de las FARC asaltó un edificio de apartamentos en la ciudad de Neiva, capital del Huila.

La mujer fue separada de sus hijos seis meses después del plagio. Los dos jóvenes, que cumplieron la mayorí­a de edad en cautiverio, fueron liberados tres años más tarde, el 13 de julio de 2004, luego de que su padre Jaime Lozada acordó con la guerrilla el pago de un rescate, al parecer en cuotas.

Lozada fue asesinado el 4 de diciembre de 2005 por las FARC, un crimen atribuido por sus allegados como una represalia de la guerrilla porque se habí­a atrasado en esos pagos.