Disculpar o perdonar


Este tema en el momento actual tiene un interés personal en la vida de cualquiera, y quisiera compartirlo con ustedes. Porque a todas y todos nos han de pasar circunstancias difí­ciles con la gente. Y estamos esperando el inicio de un año nuevo en el cual pienso que puede ser el momento apropiado para disculpar o perdonar. En este artí­culo enfatizaremos sobre el tema del disculpar, tratando de esbozar diferencias con el perdonar.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

A veces tenemos dificultades con seres que apreciamos mucho y no se sabe muy bien quién ha de perdonar a quien. Ya que cualquiera de los involucrados tendrá un punto de vista personal que le lleve a asentir tener la razón. Y es muy triste cuando personas que ha compartido momentos felices, desolación, agravios, temores, esperanzas y desesperanzas, es decir, han sido amigas, no se den la oportunidad de dialogar, discutir, llegar a entendimientos y tenga como resultado la finalización de una amistad.

Me gustarí­a pensar que aunque se crea tener la razón, poder pedir disculpas si estas son reclamadas, que las mismas puedan ser oí­das, atendidas y con ello tener la posibilidad de obtener una reconciliación. No importando quién tiene la culpa, serí­a mucho más agradable entrar en un proceso de reconciliación con esta amistad que ha sido importante en la vida, que entrar en el juego de ganar a quién tiene la razón.

La verdad es que en nuestras vidas constantemente nos enfrentamos ante dicha disyuntiva, pero, verdaderamente hemos de reconocer que si pensamos que nuestras relaciones puedan estarse socavando por una ofensa que podrí­a ser hasta tonta, nos enojamos, nos decimos cosas hirientes, o solamente callamos para devastar a nuestro oponente. Pero hemos de evaluar qué será lo mejor para que continúe nuestra relación y para nosotras y nosotros mismos. «Rumiar con la ofensa» o «la supuesta ofensa» o decidirnos a disfrutar de nuestra paz interior y de nuestras buenas amistades a través de pedir o aceptar una disculpa.

Con alguna frecuencia hemos sido protagonistas de actos ofensivos, aún sin darnos cuenta, que a los ojos de otras personas pueden ser aún más graves de lo que presumimos. Esto se debe a situaciones intrí­nsecas tales como nuestra torpeza en nuestras relaciones sociales, momentos de susceptibilidad, falta de tolerancia, intransigencia, suponer o querer siempre tener la razón, dificultades en el carácter de cualquiera de las partes en conflicto.

Cuando se observa todo lo anterior, considero que las personas en estas situaciones no siempre han de pedirse perdón, pero una disculpa nunca cae mal. Sobre todo si una o uno le tiene cariño y aprecio a la persona con quien tuvo el conflicto, esto no significa que la persona la llegue a recibir de manera positiva o instantánea Pero que por lo menos hicimos el intento de luchar por alguien que consideramos de relevancia y por nuestra amistad. Y esto de ninguna manera significará humillarnos.

No es lo mismo disculpar o perdonar, ya que el perdonar es un acto dirigido a aquellas personas que nos han proporcionado un dolor intenso, injusto y que lo han realizado de manera intencional, es decir, sabiendo que nos iban a causar un grave daño en nuestras vidas, y esto es lo que podemos definir como ofensa.

El perdón es un acto de mayor extaordinariedad, ya que la persona ha sido ví­ctima de una ofensa, un daño de tal magnitud que la proporcionará impedimento para continuar afrontando su vida cotidiana, sufriendo de pérdidas cuantiosas de carácter vital.

Lo expresado el dí­a de hoy es una invitación para que reflexionemos sobre conductas propias y nuestras relaciones interpersonales. Con la finalidad de la estimación de la necesidad de pedir o realizar los actos de disculpar o perdonar.

Sobre todo cuando sabemos que si no podemos diferenciar y pedir disculpas, estaremos perdiendo amistades que nos han proporcionado afecto, apoyo. Y con ello parte de nuestra alegrí­a y de nuestra paz interior.