Jesucristo. Su nombre lo dice todo


Una noche de éstas, pasadas las 23 horas, cuando me disponí­a a dormir encendí­ un pequeño receptor de radio y me detuve en la estación que transmití­a la enseñanza de un predicador, cuyas palabras textuales no pude retener; pero insistí­a en subrayar «Su nombre lo dice todo».

Eduardo Villatoro

Dijo más o menos lo siguiente. Cuando escuchamos la palabra Ford, de inmediato pensamos en la marca de automóviles; si oí­mos que alguien se refiere al Che, rápidamente lo asociamos con un revolucionario; si otro menciona Gillette, entendemos que está hablando de una hoja de afeitar. Su nombre lo dice todo.

De similar manera, algunos pensadores califican a Jesús de ser el Maestro, otros lo consideran el más grande filósofo de todos los tiempos, hay quienes aseguran que es el mensajero de la paz y no faltan los que lo califican de revolucionario.

Es cierto. Se le puede comparar con Mahatma Gandhi, con Buda, con Ernesto Guevara; pero sólo parcialmente, aludiendo a una de sus facetas; pero sobre todas esas caracterí­sticas y otras más, Jesucristo es el Mesí­as, el Redentor, el Hijo de Dios. Su nombre lo dice todo. Jesús es Emanuel: Dios con nosotros. Jesús es el Cristo, enviado por el Padre para que diera su vida por nosotros, por los pueblos de todas las generaciones y regiones del planeta.

Por su parte, el pastor Dany Túchez, radicado en Estados Unidos, me envió mensajes acerca de la Nochebuena, uno de los cuales señala que es tiempo de amar y de dar, pero no en el sentido de adquirir cualquier cosa que sea y por capricho, sometidos a la exigencias del consumismo, para no privilegiar los objetos antes que el amor, porque el amor es darse sin esperar nada a cambio.

Para el caso, Dany cita a san Agustí­n: «La medida del amor es amar sin medida. El amor bí­blico nunca es el resultado de recibir, sino que es el resultado de dar»

Túchez menciona la anécdota referida a la pregunta que se le planteó un destacado psiquiatra, cuyo nombre no especifica, quien al ser requerido acerca del consejo que le darí­a a una persona que está a punto de sufrir un colapso nervioso, el especialista respondió: «Que cierre la puerta de su casa, que vaya al barrio más pobre de la ciudad o la aldea más remota y olvidada, que escoja a alguno de sus habitantes con más necesidades, y que haga algo por ella».

Agrega Dany que los sabios que vinieron del Oriente a adorar al Niño Jesús, cuando nació hace alrededor de dos mil años con sus dos naturalezas, la humana y la divina, tomaron la decisión de presentarse con regalos. Ese ejemplo debe ser adoptado por nosotros, cuando nos desprendemos de algo nuestro en beneficio de otros, tal como lo expresó la madre Teresa de Calculta: «A menos que la vida se viva para otros, no vale la pena vivir. Una vida centrada en sí­ misma es totalmente vací­a».

Termino con las palabras del predicador que exponí­a en Radio Cultural «El nombre de Jesucristo lo dice todo»

(Romualdo Amós repite con el profeta Isaí­as «Dice el Señor: yo derramaré aguas sobre el sequedal y rí­os sobre la tierra árida y mi Espí­ritu derramaré sobre tu generación?Regocí­jate y canta, oh moradora de Sion, porque grande es en medio de ti el Santo de Israel»).