Viva la muerte


En el informe «Guatemala, memoria del silencio», recuerdo bien, que consignan una estrategia del Ejército durante el conflicto armado interno, en donde cargaban con cadáveres y, a través de aviones, los arrojaban en mar adentro.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Pensé que ése podrí­a ser el inicio de un cuento, y que, parodiando «Pedro Páramo», un campesino ixil abordara un avión, diciendo que estaba en busca de su padre. Sin embargo, desistí­, por la certeza de que Juan Rulfo es insuperable.

Recuerdo esto, justamente cuando estamos a pocos dí­as de celebrar el Dí­a de Todos Los Santos, y el Dí­a de los Santos Difuntos, los primeros dos dí­as de noviembre, y que popularmente redundan en el Dí­a de los Muertos, celebrado con visita al cementerio y fiambre el 1 del décimo primer mes.

No es casualidad que las culturas latinoamericanas, en especial México y Centroamérica, celebren tanto el culto a los muertos. De hecho, esta es una de las mayores diferencias entre la cultura occidental con las no occidentales.

La tradición griega, latina y judeo-cristiana, nos enseñan en que, si hay vida después de la muerte, ésta es lejana al mundo terrenal. En cambio, las culturas no occidentales (La India, China, ífrica y Latinoamérica), sienten a los muertos muy cerca, casi palpables, acompañándonos siempre para nuestra protección.

Celebrar la muerte es, en sí­, celebrar la vida. Recuerdo un fragmento de una canción de Silvio Rodrí­guez llamada «Rí­o», donde dice: «Rí­o, y no es un desafí­o, a la mitad del sueño, es que vivo camino al cementerio». Y es que recordar la muerte, es tener en cuenta de lo efí­mero de nuestra vida.

Especialmente, hay pueblos que deben rendir un culto muy especial a la muerte, sobre todo en paí­ses como Guatemala, que han visto perder a miles de ví­ctimas durante las guerras internas, especialmente en gente inocente.

Nuestra tierra en sagrada, porque ha sido regada con sangre; recordémoslo este Dí­a de Muertos…

Canción para mi muerte

Charly Garcí­a

Hubo un tiempo que fue hermoso

y fui libre de verdad,

guardaba todos mis sueños

en castillos de cristal.

Poco a poco fui creciendo,

y mis fábulas de amor

se fueron desvaneciendo

como pompas de jabón.

Es larga la carretera

cuando uno mira atrás

vas cruzando las fronteras

sin darte cuenta quizás.

Tomate del pasamanos

porque antes de llegar

se aferraron mil ancianos

pero se fueron igual.

Quisiera saber tu nombre

tu lugar, tu dirección

si te han puesto teléfono,

también tu numeración.

Te suplico que me avises

si me vienes a buscar,

no es porque te tenga miedo,

sólo me quiero arreglar.

Te encontraré una mañana

dentro de mi habitación

y prepararás la cama

para dos.