Problemas literarios de Guatemala


He decidido ofrecer una lista de obras que, considero, son las más representativas de cada época de la literatura guatemalteca. ¿Por qué? Porque creo que las clasificaciones son buenas para historiar la literatura, para poder reseñarla, para poder enseñarla, para poder estudiarla, o simplemente para poder leerla. Escogí­ sólo 25 libros, los cuales se agrupan de la siguiente forma:

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Los orí­genes: para comprender los primeros años (realmente son siglos) de la literatura guatemalteca, hay cuatro libros claves: para empezar, Pop Wuj y Rabinal Achi. El primero, se supone, tiene algunas contaminaciones posconquista, pero, en ambos casos, se les considera como de los mejores ejemplos de la literatura precolombina, no sólo guatemalteca sino hispanoamericana. Los autores del siglo XX han encontrado una gran riqueza en ellos para inspirarse. Otros dos libros claves son del perí­odo colonial. La historia verdadera de conquista de la Nueva España de Bernal Dí­az del Castillo, visión de un «conquistador» vencido por el mismo sistema, quien narra su versión de cómo vivió (o cómo se lo contaron) la conquista de México y Guatemala, reaccionando por las crónicas oficiales que no le otorgaban el verdadero mérito a los soldados que participaron en ella. Otro libro es Rusticatio mexicana, obra que se adelantó al neoclasicismo, es una visión idí­lica y nostálgica de Guatemala desde el exilio.

Las novelas: a partir de la Independencia, se puede establecer el inicio de una «literatura nacional» (si este término algún vez ha sido o será correcto). Las novelas han sido el género preferido por los escritores guatemaltecos. El primer documento que deberí­a ser caracterizado como «novela», son los libros de José Milla. El más representativo ha de ser Los nazarenos (a algunos les gustará otra, o sus cuadros de costumbre, pero la novela citada es más difundida a nivel internacional). Luego, en el siglo XX, desde Asturias, la novela ha sido el género rey en Guatemala. De este mismo autor, considero que la mejor es Mulata de tal, en donde ya muestra toda su técnica depurada, más que en El señor presidente y Hombres de maí­z. De Augusto Monterroso, necesariamente hay que mencionar a Lo demás es silencio, uno de los mejores ejemplos de la novela contemporánea, que ha sorprendido a los crí­ticos de todo el mundo. Otras novelas que marcaron una época en Guatemala, son Los compañeros de Marco Antonio Flores, Los demonios salvajes de Mario Roberto Morales y El tiempo principia en Xibalbá, de Luis de Lión; aunque los crí­ticos han encontrado algunas similitudes entre estas tres, es necesario leerlas todas para comprender la novela actual.

Los cuentos: la narrativa breve ha sido el género más prolí­fico en Guatemala; sin embargo, pocas compilaciones han quedado en la memoria del pueblo. Habitualmente, destacan algunos cuentos sueltos, pero libros completos, no. La primera compilación, y que ha sido difundido a nivel mundial, es El hombre que parecí­a un caballo y otros cuentos de Rafael Arévalo Martí­nez, quien sorprendió por su técnica del psicozoomorfismo, que consiste en atribuirle actitudes de animales a los seres humanos. Nuevamente, Augusto Monterroso ha sido paradigmático en todo el mundo por su narrativa «breví­sima», en especial con su colección de relatos La oveja negra y demás fábulas. Por último, aunque no se le ha dado suficiente difusión, y es difí­cil encontrar versión hoy dí­a, La vida rota y otros cuentos de José Marí­a López Valdizón, es un buen ejemplo de la literatura de después de la caí­da de los gobiernos de la Revolución. Incluso, este libro ganó uno de los primeros premios de la Casa de las Américas, de La Habana, Cuba.

Poesí­a: ha sido otro de los géneros prolí­ficos, pero pocos poemarios han trascendido. Malstrom, uno de los poemarios menos conocidos de Luis Cardoza y Aragón, podrí­a considerarse como la mejor obra poética de Guatemala. Poemas de la izquierda erótica de Ana Marí­a Rodas, fue uno de los primeros poemarios que abordó la temática de la mujer, y que, además, es poéticamente muy bueno; motivó la aparición de toda una tendencia, no sólo en Guatemala sino en Centroamérica y más allá. Por último, habrí­a que recordar un poema del siglo XIX, El sermón de Marí­a Josefa Garcí­a Granados, duro, directo, y que hasta se ha considerado «pornográfico e indecente».

Teatro: los textos encaminados a representar una obra dramática, han sido los menos favorecidos en Guatemala. Son pocos los autores que se pueden mencionar en este rubro. El primero que viene a la mente es Manuel Galich. Sin embargo, en materia de citar algunas obras, éstas serí­an Soluna de Miguel íngel Asturias, probablemente la mejor obra de teatro de Guatemala; Las manos de Dios de Carlos Solórzano, buen ejemplo de la inversión de valores y de géneros teatrales clásicos, y Delito, condena y ejecución de una gallina, excelente metáfora teatral y con buen uso de técnicas dramáticas y escénicas de Manuel José Arce.

Otros: hay otros libros y autores que merecen especial atención. Dos autores nacionales, Enrique Gómez Carrillo y Otto-Raúl González, no tienen una obra especialmente espectacular; al contrario, si hay que recomendar un libro, habrí­a que decir que hay que leer todos de estos dos. Sólo por mencionar algunos, de Gómez Carrillo, se podrí­an leer las Tres novelas inmorales o El Japón heroico y galante, y de Otto-Raúl, Diez nuevos colores o sus cuentos breves.

Por su parte, dos obras que se salen de la clasificación de géneros literarios tradicionales, como Guatemala: las lí­neas de sus manos, de Luis Cardoza y Aragón, y Me llamo Rigoberta Menchú y así­ me nació la conciencia, de la venezolana Elí­zabeth Burgos, transcribiendo el testimonio de la Premio Nobel de la Paz guatemalteca, son dos obras fundamentales para la literatura nacional. (http://diarioparanoico.blogspot.com/)