Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba, España, el 11 de julio de 1561, y murió en el mismo lugar el 23 de mayo de 1627. Con motivo de sus 380 años de muerto, se revisa su obra, para recordar a uno de los provocadores de lo que a inicios del siglo XX sería considerado la poesía de vanguardia.
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Luis de Góngora fue un poeta español del Siglo de Oro. Debido a sus características y a sus posteriores imitadores y seguidores, se designó a este tipo de poesía como Gongorina o Culteranista.
Luis de Góngora no publicó en vida ninguna de sus obras; sin embargo, esto era muy normal en su tiempo, debido a las dificultades de impresión que se tenía. Su poesía fue pasada de manuscrito en manuscrito, hasta llegar a nosotros.
Góngora, pese a que publicó en varios géneros, es más conocido por la poesía. Dos de sus poemas son motivo de culto poético: La fábula de Polifemo y Galatea (1612) y Soledades (1613).
En estos, se muestra ya su compleja poesía, difícil de comprender, llena de recursos retóricos, como el hipérbaton (la alteración del orden gramatical de la oración, con la finalidad de provocar un sonido más agradable), las metáforas oscuras, las simetrías y las alusiones a la cultura grecolatina clásica.
El producto final de la poesía de Luis de Góngora es completamente incomprensible a primera vista, pero, al contrario, se favorece la musicalidad y la sonoridad del poema.
Según se ha demostrado a través de difíciles críticas literarias, los poemas de Góngora pueden ser descifrados, lo cual necesita de un ejercicio muy acusioso e inteligente para hacerlo, pero con una gran satisfacción y recompensa.
Los frutos gongorinos
Durante el neoclasicismo (siglo XVIII en España), Góngora fue despreciado por los poetas y críticos, sobre todo por el oscurantismo de su poesía. A partir de ahí, habría quedado prácticamente en el olvido.
Para el tricentenario de su muerte, en 1927, un grupo de poetas españoles, liderados por Federico García Lorca, decide reunierse en torno a Góngora, con lo cual lo rescatan de ese olvido. Por esa razón, a ese grupo se le conoce desde entonces como la Generación del 27, que fueron reunidos por el culterano autor.
La Generación del 27 no lo utilizó sólo como un motivo de reunión. Es más, la estética de Góngora se convirtió en motivo de culto para ellos, por lo que adoptaron algunos de sus principios.
Por ejemplo, la preferencia por el sonido fue una de las bases; García Lorca, por ejemplo, y Rafael Alberti, entre otros, desarrollaron su poesía a la luz de una sonoridad exquisita.
Los hipérbatos (es decir, el plural de hipérbaton) de Góngora fueron motivo de adoración, sobre todo por su oscurantismo.
Sin embargo, anteriormente, los simbolistas franceses del siglo XIX ya habían retomado a Góngora, pero en otro aspecto. Y es que el poeta español, para dar más libertad a su poesía, huyó en gran medida de la versificación, lo cual provocó en su imitación la aparición del verso libre.
Es decir, el oscurantismo en las imágenes, la preferencia por la sonoridad, el verso libre, los simbolistas franceses y la Generación 27 de España, deben considerarse hijos de Góngora.
En Guatemala, otro poeta admiró hasta el seguimiento de su estética a Góngora; se trata de Luis Cardoza y Aragón, pero esa ya es otra historia.
POLIFEMO
De este, pues, formidable de la tierra
Bostezo, el melancólico vacío
A Polifemo, horror de aquella sierra,
Bárbara choza es, albergue umbrío
Y redil espacioso donde encierra
Cuanto las cumbres ásperas cabrío,
De los montes esconde: copia bella
Que un silbo junta y un peñasco sella.
Un monte era de miembros eminente
Este que -de Neptuno hijo fiero-
De un ojo ilustra el orbe de su frente,
í‰mulo casi del mayor lucero;
Cíclope a quien el pino más valiente
Bastón le obedecía tan ligero,
Y al grave peso junco tan delgado,
Que un día era bastón y otro cayado.
Luis de Góngora y Argote
GALATEA
Ninfa, de Doris hija, la más bella,
Adora, que vio el reino de la espuma.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
El terno Venus de sus Gracias suma.
Son una y otra luminosa estrella
Lucientes ojos de su blanca pluma:
Si roca de cristal no es de Neptuno,
Pavón de Venus es, cisne de Juno.
Purpúreas rosas sobre Galatea
La Alba entre lilios cándidos deshoja:
Duda el Amor cuál más su color sea,
O púrpura nevada, o nieve roja.
De su frente la perla es, eritrea,
í‰mula vana. El ciego dios se enoja,
Y, condenado su esplendor, la deja
Pender en oro al nácar de su oreja.
Luis de Góngora y Argote