Rita Hayworth


Rita Hayworth baila en una escena de Gilda. Esta imagen ha sido la más famosa de la diva.

El pasado 14 de mayo se cumplieron 20 años de la muerte de Margarita Carmen Cansino Hayworth, mejor conocida como Rita Hayworth (1918-1987), nombre con el que pudo hacerse mejor mercadeo de sí­ misma en Hollywood, en lugar de un nombre latino.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Ella representa uno de los arquetipos más fuertes de Hollywood de los años 40, la de «mujer fatal», tan famosas en la literatura de finales del siglo XIX, pero que llegarí­a con cierto retraso al cine.

Rita fue hija de bailarines, y, en forma muy natural, ella siguió esa profesión, acompañando en los escenarios a su padre, lo que la ayudó a tener esa habilidad. Al momento de llegar al mundo del cine, el baile era una de las actividades fundamentales, ya que aún se concebí­a éste como una extensión del teatro y de las comedias musicales.

En sus inicios en el cine, como en 1933, se identificaba con su nombre usual, y de esa forma sólo alcanzó papeles demasiado secundarios. Su fí­sico voluptuoso era fácilmente confundido como gordura; en esos tiempos, Hollywood adoraba la flacura extrema.

Sin embargo, en cierto momento, Edward Judson, su esposo del momento, decidió cambiarle su imagen. Le quitó la apariencia latina y le cambió el nombre, por el que al final se hizo famosa.

Fue entonces que ganó fama, y poco a poco irí­a creciendo en la pantalla de plata. Sus anchas caderas dejaron de ser calificadas como «gordas», y, en cambio, su voluptuosidad fue recibida como un detalle más a su extrema sensualidad.

Justo, al inicio de los años 40, empezó a obtener sus primeros papeles protagónicos. Fue en su pelí­cula Gilda (1944) su ratificación como una de las divas eternas de Hollywood, en su papel de la femme fatale junto al actor Glenn Ford, el máximo galán de cine de esos tiempos.

Luego de Gilda, Rita Hayworth continuó destacándose como actriz, pero nunca pudo superar esta actuación, incluso, la que es considerada como su mejor pelí­cula, La dama de Shanghai (1948), que en su momento tuvo una mala aceptación por la crí­tica.

En esta pelí­cula, dirigida por Orson Wells, entonces su esposo, provocó el malestar de sus seguidores, porque apareció con el pelo corto y teñido de rubio. Sin duda, Gilda marcó para siempre su imagen.

Luego de eso, empezó la decadencia de Rita, perdiéndose en el olvido, el alcoholismo y el alzheimer, enfermedad que padeció por 27 años, hasta su muerte, el 14 de mayo de 1987. Probablemente, ésta no sea una efeméride importante, ya que su deceso provocó pocas reacciones en el mundo.

Gilda y el cine negro

Se denomina cine negro al grupo de pelí­culas, de Hollywood, en las que se relata una historia en que el héroe debe sobrevivir a un ambiente degradado, llegando incluso a corromperse a sí­ mismo.

El cine negro se inició en la década de los 40, pero no fue hasta con Gilda que llega su culminación, ya que en esta pelí­cula se determina una de las principales caracterí­sticas: el enamoramiento incontrolable del héroe de la femme fatale (mujer fatal), término empleado en la literatura de finales del siglo XIX en Francia, para designar a una fémina sensual, inalcanzable y que lleva a la perdición, incluso al delito, del héroe.

Pese a que el arquetipo de la mujer fatal ya habí­a sido determinado, en Hollywood nadie habí­a dado la talla, función que estaba reservada para Rita Hayworth.

En Gilda, la protagonista se afirmó como un mito erótico, enamorando al héroe con su sensualidad, su voz grave, su baile y su canto (aunque ella nunca cantó realmente en la pelí­cula).

Una escena, donde Rita se quita el guante negro de una mano, fue considerada tan sensual, que hasta por eso fue prohibida en paí­ses como España.

Curiosidades de Rita Hayworth

* Esta actriz se convirtió en el sí­mbolo sexual de la época, tan así­ que el Ejército de Estados Unidos la eligió como su mujer favorita. Era invitada para amenizar a las tropas y, a veces, su imagen adornaba las bombas atómicas de prueba.

* Durante la filmación de Gilda, ella debí­a dar de cachetadas a Glenn Ford. Lo hizo con tanta fuerza, que le botó dos dientes. Ford soportó el dolor hasta que el director cortó la escena.

* Para finales de los años 50, Rita no podí­a recordar los guiones de las pelí­culas, por lo que dejó de ser contratada; nadie sabí­a que era el principio del alzheimer.

* A pesar de su belleza, Rita nunca se sintió bonita. Ella decí­a constantemente: «Los hombres se acuestan con Gilda, pero amanecen conmigo».

* Glenn Ford recibió en 1987 un premio en el Festival de Cine de San Sebastián, y eligió, en su honor, que se proyectara la pelí­cula Gilda; lloró cada vez que salí­a en escena Rita Hayworth.

* El novelista argentino Manuel Puig nombró a su primera novela La traición de Rita Hayworth, con la cual consiguió un éxito inmediato.