Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una.
mcordero@lahora.com.gt
Antonio Machado
Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt
Hace unas dos semanas, estuvo en el país Miguel íngel Arenas Haro, un humanista y antropólogo español, que ha emprendido una lucha que pareciera imposible: hacer una poesía más humana.
En una conversación entablada con él durante su visita, expuso su punto de vista sobre la poesía actual, y es que cada vez ésta se ha convertido en fría y sin que represente el sentir de una persona, y mucho menos de un pueblo.
Según relató, tiene la intención de realizar un viaje por varios países de la región: México, Honduras, El Salvador y Guatemala, para adentrarse a pueblos y lugares marginales, darle voz a los que nunca la han tenido. Desea adentrarse en la gente, y contarles que, hace muchos años, la poesía servía para expresarse, para dar a entender a los demás cómo se sienten, y que mucha de la poesía que se escribe ahora, no debe llamarse poesía, sino conjunto de palabras que no expresan el dolor o la alegría humana.
Contarles, también, que la poesía sirve para denunciar, expresar la injusticia, entre otras cosas, y no para nombrar cosas abstractas, tan lejanas a la gente de verdad. Por último, Miguel íngel quisiera pedirles a las personas que visite en los arrabales, que escriban poesía.
No es la primera vez que lo haría. En años anteriores, ha realizado la misma experiencia en Israel o en Argentina, en donde los resultados no sólo son satisfactorios, sino que, diría yo, impresionantes.
Cualquiera podría pensar que esta poesía es mala, que no tiene la fuerza necesaria para considerarse como tal. Sin embargo, personalmente leí algunos de los trabajos que ha realizado en otras partes, y me impresionó cómo la poesía llegaba a parecerse a la de Antonio Machado (por eso incluí el epígrafe de un poema de él), de Gabriel Celaya, Blas de Otero o Miguel Hernández, todos poetas españoles de gran renombre, que quisieron expresar en forma poética la voz de su nación, en el momento en que más necesitaba llorar y escuchar palabras de esperanza.
Si no lo creen, en estas mismas páginas incluyo un poema hermoso que escribió un niño en una de las tantas experiencias que Miguel íngel ha realizado; el texto se llama Hablando claro. Además, incluyo un artículo escrito por el artífice de este proyecto, para que se conozca más.
He incluido esto en este espacio, porque la finalidad de Miguel íngel es encontrar poesía en donde no se busca normalmente, es decir, en una especie de «contracultura», que no busca en los lugares tradicionales y hegemónicos, sino en la gente, donde todo nace?
Espero poder traerles más noticias sobre él, cuando desarrolle su proyecto en Guatemala.
Hablando claro
A DIEGO ALMANSA
UN GRAN AMIGO
QUE SIEMPRE HABLí“ CON CLARIDAD
Hablaré claro,
hablaré sin giros ni rodeos,
que también la poesía
es el grito desnudo
de un simple alfabeto.
Hablaré claro,
para tener contentos
a los oídos
(¿o quizá a la conciencia?)
de un gran amigo.
Diré cosas claras, diáfanas,
nítidas como el petróleo.
Diré que la vida en Sudán
es un plato sobre la mano;
diré que en Sierra Leona
llevan siete años
de Masacre Civil
y nadie mueve un dedo
para evitarlo;
debe ser tan poco importante
que ya cansaron a los telediarios.
Diré, que para algunos,
ser indio en México
es vivir en pecado;
que el Grupo de los Ocho
juega al Risk
con muñequitos de carne
y hueso
? o sólo hueso ?.
Diré que la roja sangre
de los rojos,
nunca enrojeció la tierra
de los blancos;
que los niños de Río
son las páginas que se pasan
de los periódicos.
Diré que la Tierra se muere,
y que todos iremos al entierro,
obligados.
Diré, que Dios es tan antiguo
que aún no se ha enterado
que el láser de los hombres
puede curar la ceguera.
Podría hablar
más poéticamente,
y quizá hasta construir
un buen poema;
pero no quiero,
no vaya a ser
que no me entiendan.
Y no hablo, precisamente,
para ser entendido
por unos pocos.
Estoy hablando claro,
como quiere un gran amigo.
Tan claro
que muchos dirían
que la tinta con la que escribo
es demasiado negra
para entender lo que digo.