Sin duda alguna, el dolor ha inspirado algunas de las mejores obras artísticas de la humanidad. En esta página se hará un repaso de algunas de ellas, reconociendo que la tristeza es una de las mejores «musas».
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En la portada de este suplemento cultural se presenta la pintura El grito, del artista escandinavo Edvard Much, obra que, por cierto, ha sido motivo de continuos robos, incluyendo las tres versiones posteriores que realizó el mismo artista. Tradicionalmente, esta pintura ha representado la angustia de la existencia.
Munch se caracteriza por pintar en sus cuadros un ambiente completamente noruego, por lo que el color rojizo del cielo de esta obra se debe asimilar como el atardecer (¿o el amanecer?) en la Península Escandinava, que, como se sabe, posee pequeñas épocas veraniegas, por lo que el cuadro simboliza una temporalidad muy reducida.
Este tono rojizo, a medida que se avanza en dirección al personaje que grita, se torna cada vez más oscuro, hasta volverse completamente negro.
Asimismo, este personaje que camina sobre un puente, se encuentra justo en el final de la trayectoria de esta estructura, lo cual puede entenderse como el final de una vida. Da la impresión que corre mientras grita, lo que acrecienta la sensación de una escena muy rápida, como la vida misma.
Poco más atrás, dos personas no bien definidas, caminan con más calma, lo cual representa que sólo al final del puente (de la vida) se entra en un período de angustia.
Guernica
Hablando de pintura, otro de las obras de este tipo que representa más dolor es el famoso Guernica, del pintor español Pablo Picasso.
A diferencia del cuadro de Much, Guernica no es la expresión de un dolor personal, sino de todo un pueblo, en este caso el del lugar español homónimo, que sufrió en 1936 las primeras masacres de la Guerra Civil española, y el posterior régimen dictatorial de Francisco Franco.
Guernica no posee color alguno, con lo que Picasso busca dar énfasis a que la guerra no tiene tinte alguno.
Tanto El grito como Guernica, son obras cumbres de sus movimientos, el expresionismo y el cubismo, respectivamente. En este caso, Picasso utiliza la estética cubista, ya que, a juicio de los pintores de esa corriente, deformando las figuras en varios planos y figuras geométricas, se lograba representar más fielmente la realidad.
Los gestos de dolor, las cabezas sin cuerpos, las infinitas extremidades amputadas que aparecen, son fiel reflejo del desastre provocado en el poblado de Guernica, después de la guerra.
La piedad
Entre la escultura, probablemente la que más dolor evidencia es La piedad, del gran artista italiano renacentista Miguel íngel Buonarroti; esta escultura también es un buen ejemplo de la estética de ese tiempo, el barroquismo.
Miguel íngelo tomó la escena que ha sido considerada como la más dolorosa en la historia de la humanidad, cuando la Virgen María toma el cuerpo de su hijo Jesús, luego de que lo hicieran descender de la cruz donde murió.
La complejidad de los relieves que conforman la escultura, así como las incómodas posiciones (el cuerpo muerto de Jesús tirado hacia atrás), le dan más realce al dolor sentido, lo cual era una de las mayores ambiciones del Barroco.
Miguel íngel perteneció a dos movimientos plásticos: al Renacimiento y al Barroco, los cuales tienen estéticas con bastantes diferencias. Mientras que esculturas del mismo autor, como la famosa David, en donde el mítico personaje bíblico que mató a Goliat, se prepara para combatirlo (el momento antes de la acción), el Barroco prefiere atrapar el momento justo en que se realiza la acción, lo cual logra darle mayor patetismo a la obra.
La música
Hablando de las diferencias entre Renacimiento y Barroco, existe un músico que marcó la época clásica de dicho arte, y es Wolfgang Amadeus Mozart.
Hoy día, este compositor merece todo honor y toda gloria. Sin embargo, no siempre fue así, mucho menos cuando vivía.
Se sabe que Mozart pasó momentos muy difíciles en su vida, incluso sufriendo la infidelidad de su esposa, y vivir en las peores de las pobrezas, aumentada por la «necesidad» de aparentar una supuesta comodidad económica, para no alejarse de los mundos culturales de la época.
En sus obras finales, es evidente que se está llegando a la cumbre de la época clásica de la música, lo cual representa la asimilación de los valores neoclásicos del arte: la serenidad, el uso de la razón, el arte como finalidad moralizante, etc. Pero, ¿qué hacer con estos valores de una «vida serena», cuando la vida misma te trata mal?
Mozart, fiel a la estética de su tiempo, da énfasis al equilibrio, a la serenidad y al buen uso de la razón, por lo que sus melodías no son tormentosas ni pasionalmente exageradas, como sí lo fueron las obras de Chopin o la música del segundo período de Beethoven.
Sin embargo, de vez en cuando, si se pone mucha atención, Mozart deja salir algunas notas que se salen un poco de tono, que suenan amenazantes (generalmente hecha con violines o con instrumentos de cuerda), ante un piano que permanece sereno, y que termina dominando la melodía.
Me imagino a Mozart componiendo sus obras, atormentado por el hambre y la desilusión amorosa, aquejado por la pobreza, pero pensando, aún, que debe mantener la calma; pero no deja de lanzar pequeños quejidos en su música.
En el cine
Este arte que no tiene tanta historia como los otros, sí ha tenido un patrón en donde se puede determinar que existe el dolor como motivación.
En especial, las Guerras Mundiales han sido inspiración para muchas películas. Probablemente, uno de los filmes que mejor representa este género es La delgada línea roja, la visión personal de distintas personas que participan en una guerra, con el común denominador de que todas piensan en el dolor que produce la guerra.
La imágenes que utiliza el director, Terrence Malick, contrastan la armonía y belleza de la naturaleza (expone imágenes de árboles, crepúsculos, animales, hongos, con particular belleza), con el desastre de la guerra.
En fin, existen muchas expresiones del dolor, el cual puede ser considerado como uno de los principales motivadores de arte en la historia de la humanidad.
En esta misma página, la letra de una canción de Joaquín Sabina, y en las siguientes páginas, una crítica a un poema de César Vallejo, encaminado a completar esta apología del dolor.
¿Quién me ha robado el mes de abril?
(Trascripción de una canción de Joaquín Sabina)
En la posada del fracaso
donde no hay consuelo ni ascensor
el desamparo y la humedad comparten colchón.
Y cuando por la calle pasa la vida como un huracán
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario de bolsillo, y grita:
CORO
¿Quién me ha robado el mes de abril?
¿Cómo pudo sucederme a mí?
Pero, ¿quién me ha robado el mes de abril?
Si lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.
La chica de BUP casi todas las asignaturas suspendió
el curso que preñada aquel chaval la dejó.
Y cuando en la pizarra pasa lista el profe de latín,
lágrimas de desamor ruedan por la página del block,
y en el escribe…
CORO
El marido de mi madre que en el último tren se largó
con una peluquera veinte años menor.
Y cuando exhiben esas risas de instamatic en París,
desolada en un sillón se marchita viendo Falcon Crest,
mi vieja y piensa…
CORO