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Sucedió un día en la selva que todos los animales se encontraban reunidos para discutir sobre lo que un científico acababa de publicar sobre cierta teoría según la cual, el hombre desciende del mono.
Y habían sido precisamente los monos quienes habían convocado aquella asamblea, la cual fue abierta por el simio más viejo que indignado dijo.
-Nuestra estirpe ha sido brutalmente insultada, hermanos, pues se dice que el hombre desciende de nosotros.-
-Es inaudito, dijo un enorme rinoceronte, ¿Pero cómo es posible que se atrevan hacer semejante afirmación? ¿Cuándo se ha visto que una mona abandone a sus hijos por irse con otro mono? ¿Y se ha visto alguna vez a un mono que se embriague hasta perder el sentido y la vergí¼enza?-
-Además, amigos, agregó un gorila, ¿Se ha sabido alguna vez de un mono que tome un arma y dispare con odio a un hermano por la espalda?-
En ese momento el imponente león, rey de la selva, dejó oír su tremenda voz para decir:
-Dejad que el hombre hable y que sueñe con ser como vosotros, pero si os diesen a escoger entre la razón de que presume el hombre y el instinto que os acompaña, preferid seguir actuando como ahora, pues entre vosotros jamás habrán guerras ni enemigos, crímenes ni engaños. Porque, hermanos, el hombre efectivamente sí desciende, pero no del mono.
Ningún animal se rige por la razón.
A veces tampoco el hombre.