Colapso del Estado


El Estado, aquí­ y en todas las repúblicas del mundo actual, está fundamentado en el principio de ser la institución donde descansan todos los habitantes del planeta; pero eso no significa que el Estado sea un ente asesino.

Redacción La Hora
lahora@lahora.com.gt

No es una opinión personal; lo dice la Carta Magna del paí­s: «El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común», como reza el artí­culo 1.

Sin embargo, como es obvio en estos momentos, ya que no deberí­a hacer falta recordar los detalles de los asesinatos de los diputados salvadoreños y de los victimarios de éstos, el Estado está lejos de proteger a la persona humana; al contrario, la mata.

Guatemala ya se hizo de una pésima imagen internacional. El presidente salvadoreño, Tony Saca, indicó que si se habí­a capturado a los autores materiales, era por la acción del director de la Policí­a Nacional Civil de El Salvador, el «valiente» Rodrigo ívila.

Con ello, Saca quiso demostrar que el interés por destapar el caso vino de parte de El Salvador, ya que si no hubiera sido por eso, aún estarí­a como muchos otros en Guatemala.

La vergí¼enza internacional es insoportable. Para muestra, este «botoncito», extraí­do del periódico de izquierda mexicano, La Jornada:

«La graví­sima descomposición de las oligarquí­as guatemalteca y salvadoreña es inocultable. Los viejos escuadroneros han coincidido con el narcotráfico y con otras expresiones criminales en un caldo delictivo que se filtra hasta los más altos niveles de unas instituciones precarias, todo ello en un cuadro social caracterizado por la persistencia de la miseria, la marginación y las desigualdades de siempre, factores que fueron soslayados en los procesos de paz que tuvieron lugar en ambos paí­ses entre los gobiernos represores y las organizaciones guerrilleras. Tales procesos dieron lugar a institucionalidades democráticas simuladas e insustanciales, carentes de cualquier posibilidad real de incidencia en fenómenos globales como el negocio de las drogas ilí­citas.»

¿Quiénes son?

Habrá muchos otros problemas en Guatemala, como la falta de asistencia en salud, la poca cobertura educativa, la desnutrición, etc. Sin embargo, en este momento, el sector más señalado es el de la seguridad.

Aunque no iniciaran desde el principio del mandato del presidente í“scar Berger, el ministro de Gobernación Carlos Vielmann, y el director de la Policí­a Nacional Civil, Erwin Sperisen, son los que han tenido en gran parte de la administración el control del sector de la seguridad.

De acuerdo con Ana Marí­a Monroy, en un artí­culo publicado en la revista electrónica Albedrio.org, Carlos Vielmann: «Además de ser un importante empresario industrial y antiguo presidente de la Cámara de Industria es hijo del coronel ubiquista, Carlos Vielmann y sobrino del emelenista Gustavo Anzueto Vielmann que contribuyó con los regí­menes de Lucas Garcí­a y Rí­os Montt en la represión apoyando en el esfuerzo bélico contrainsurgente»

Asimismo, refiere que Sperisen: «Fue nombrado por ser una persona de confianza del actual ministro de Gobernación Carlos Vielmann, además de ser comisionado militar tomó cursos de seguridad con expertos israelí­es, participando en investigaciones con el comando antisecuestros creado por el general Marco Tulio Espinosa Contreras. Es hijo del actual embajador de Guatemala ante la Organización Mundial del Comercio (OMC)».

«Sin duda dos figuras estatales claves que representan claros intereses económicos y cuyo proceder deberí­a generar una mí­nima sospecha de los ví­nculos estatales con el narcotráfico», concluye en este punto de su artí­culo Monroy.

Sperisen y Vielmann confirmaron la salida de altos dirigentes dentro de la PNC ayer, pero, debido a lo que ha surgido en los últimos años, la Policí­a merece una revisión total, con la destitución de todos los mandos altos y medios, así­ como el procesamiento en tribunales de sospechosos.

El Estado asesino

Antes del asesinato de los diputados salvadoreños, el Estado de Guatemala presentaba algunos problemas. El Congreso de la República tiene dificultades para aprobar leyes de seguridad o para otorgar un voto de falta de confianza. Ni siquiera han podido aprobar el presupuesto para este año.

En tribunales, es lamentable que la mayorí­a de juicios terminan siendo declarados como «faltos de pruebas», por la incapacidad del Ministerio Público para documentar los casos.

Y el Organismo Ejecutivo, ni se diga. Basta con mencionar que en estas semanas quedó más que demostrado la existencia de escuadrones de la muerte dentro de la misma estructura.

El clima estaba acorde con esta realidad. En tribunales no se condenaba a la gente; el sistema de presidios estaba colapsado; el Congreso no aprueba leyes de seguridad. No queda más que volver a las viejas prácticas de las ejecuciones extrajudiciales.

Sin embargo, como se detalló en el reportaje de ayer de elPeriódico, un testigo habí­a informado que después de hartarse de esta limpieza social, estos escuadrones formaron su propia mafia dentro del Estado.

Lamentablemente, ahora se piensa del Estado todo mal, y no deberí­a ser raro que tantos casos de automóviles calcinados, mareros torturados, policí­as asesinados y hasta grupos de personas ajusticiadas, hayan sido los escuadrones de la muerte.

¿Recuerda usted el caso de hace algunas semanas, en donde aparecieron seis hombres asesinados fuera de un bar? Vielmann habí­a dicho esa vez que eran robacarros y que seguramente otra banda los mandó a matar, para evitar la «competencia». Pero ahora, no se duda, ya que probablemente pudieron ser estos mismos escuadrones de la muerte.

Asimismo, ¿recuerda usted los asesinados en Pavón, las decenas de policí­as muertos el año pasado, los cientos de muertes de los últimos años?

De acuerdo con datos de la Procuradurí­a de Derechos Humanos, se establece que entre el 2001 y el 2005 hubo 20 mil asesinatos, de los cuales se considera que fueron por causa de la limpieza social realizada por la Dinc.

Y tal como el emperador Nerón culpó a los cristianos de la quema de Roma, en Guatemala siempre su busca «endosar» estas muertes. O fueron mareros, o fueron vecinos que contrataron a sicarios para matar a un marero.

Y para colmo, Guatemala quedó nuevamente señalada por su escasa cooperación en la lucha antidrogas, únicamente incautando 281 kilos de narcóticos. Mientras que Panamá decomisó 36 toneladas.

Lo peor fue que para Vielmann, tal como indicó, no es prioridad la incautación…

Un acción cotidiana

Estamos tan acostumbrados a escenas como la siguiente. En esta semana, un hombre de mediana edad llega a una agencia bancaria de la calzada Roosevelt.

Como tení­a que hacer varios pagos, y ya casi no tení­a cheques, decidió sacar su dinero en efectivo. La cifra no era muy grande, pero digna para tomarse un pequeño riesgo. El cajero que lo atendió, al ver la operación que querí­a hacer, salió un momento de sus labores, indicando al usuario que sólo tení­a que verificar una operación.

Como se supone, este habrí­a dado aviso de que el señor tal y tal, que va vestido así­ y asá, llevaba tantos miles de quetzales.

El señor, luego de que tení­a su sueldo, muy contento salió. Luego habrí­a recordado que dos vendedores de la loterí­a, que estaban en las afueras del banco, observaron en qué carro se conducí­a; el señor observó que luego de que pasó, los vendedores hablaron por su celular.

Algunas cuadras después, el señor tuvo que parar violentamente su automóvil, ya que otro, el cual tení­a las placas tapadas con papel periódico, le bloqueó el camino.

Le pidieron el dinero, y él tuvo que darlo. Momentos antes, habí­a pasado una pareja motorizada de policí­as, que debieron haber visto al automóvil sin placas, pero, al parecer, sólo le iban limpiando el camino.

El crimen organizado nos ahoga; está presente en todos lados.

Los números no mienten

Según la Procuradurí­a de Derechos Humanos, se pueden establecer las siguientes cifras:

?20 mil asesinatos entre 2001 y 2005

?305 torturas en el 2006

?60% eran mareros

?Todo esto, según la PDH, pertenece a una supuesta limpieza social realizada por la Dinc.