Cinto y Socialdemocracia


Para la mayorí­a la cotidianidad es una batalla, una constante lucha que se expande y se pierde hasta la muerte, nada extraño en un ambiente de sincretismos entre lo salvaje y lo mecánico en el seno de una población se sabe, o por lo menos se intuye, peones que son sacrificados sin el mayor reparo de conciencia; las normas de sobrevivencia son sumamente variadas, desde la resistencia estoica hasta quines lo hacen echando mano de alternativas que pueden encontrarse tanto fuera como dentro de la Ley.

Elmer Telon
etelon@lahora.com.gt

Tal contexto sugiere que no es ninguna casualidad lo barbárico de la sociedad que habitamos, donde en efecto existe una orfandad de valores la cual ha dado paso al diseño de las practicas de la indiferencia, el trafico de influencias y demás vicios sociales ocasionan que las oportunidades para librarse del cí­rculo de la pobreza y la exclusión sean escasas y cada vez más selectivas, Con lo cual quiero dar al traste aludiendo a la intención pregonada por la socialdemocracia que pronta está a tomar el hilo de la historia administrativa del paí­s, la cual promete la atención de las necesidades de las grandes grupos sociales más abandonados.

La violencia y desigualdad histórica «se enfrentan con inteligencia». En efecto los rezagos del pasado se encuentran enraizados fuera de la capital, no obstante los males modernos herencia de la macrocefalia (sobrepoblación de las ciudades) son los que se afanan en destruir los tejidos sociales de miles de familias capitalinas. Razón por la que los proyectos de desarrollo rural e inclusión de los pueblos indí­genas deben de ser de igual prioridad como los programas destinados a detener las muertes que a diario llenan espacio de páginas y noticieros.

El beneficio de la duda sugiere la oportunidad de un respiro social ante el naufragio de la pobreza y extrema pobreza, estoy deseando con mucha fuerza que el discurso que nos promete anteponer al individuo frente al mercado, el cual siempre ha pasado encima de las mayorí­as, porque coincidamos en que no es posible agradar a Dios y al diablo al mismo tiempo, concretar tal promesa en un paí­s tan tradicionalista como el nuestro, sugiere confrontación con los bloques constituidos como el poder económico; un ejemplo actual puede ser la postura recién asumida en la discusión de incremento al salario mí­nimo, medida justificable si se evalúa los altos niveles de inflación en el mercado, contrapuesto con una bonanza de los í­ndices macroeconómicos del paí­s, a pesar de ello se ha encontrado nuevamente las residencias que se han vuelto costumbre.

Es por ello que la nueva administración necesitará mucha negociación, consenso pero también un cinto bien puesto, pues no es nada más decir se cambiarán las reglas que han imperado por más acertadas que las intenciones sean, cabe recordar que incluso la mayor sabidurí­a del mundo no subsiste sin una fuerza dispuesta a defenderla, .

Es momento de acabar con los deseos de fuga, que Guatemala la vivamos y disfrutemos los guatemaltecos aprestándonos a contribuir en la contracción de una sociedad distinta la que se sufre en la actualidad.