La Historia lo absolverá


Fidel Castro es casi la última manzana de la discordia de discusiones sobre la Guerra Frí­a. Me imagino que muchos neoliberales tachan de «discurso caduco» para quienes aún se atreven a defender al presidente cubano; y es probable que tengan razón.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Me imagino que en torno a Fidel aún hay mucho por decir, sobre todo ahora que se reanima la discusión tras su anuncio de antenoche que augura cambios de poder en Cuba. Muchos columnistas de Guatemala, sobre todo de la derecha más extrema y de los intelectuales de la Marroquí­n y la Landí­var, estarán sumamente contentos por esto, como si Castro les fuera a dejar herencia a la hora de su muerte.

Estoy a favor de cambiar esos discursos ya caducos de los «izquierdosos» y de los huevos de dinosaurios del MLN, que tratan de fundamentar sin mucho sentido los pros o los contras de la permanencia de Fidel como presidente en Cuba. Y yo ya no quiero defender ni atacar un sistema nacional polí­tico que se sostiene por sí­ mismo, y no por la presencia de Castro.

Cuando era más joven, un amigo visitó Cuba y me dijo: «mirá, yo no sé qué cosas son esas del comunismo y el capitalismo; lo que sí­ te puedo decir es que en Cuba todos saben leer y escribir, y sus parques están llenos de flores»; su descripción me hizo figurar que la isla es el paí­s más bello del mundo.

Otros hechos que han fundamentado la revolución cubana, y que me impactan, son que en todo el mundo hay miles de millones de niños trabajadores; ni uno solo es cubano. Salud, educación, alimentación, en fin, todos los servicios son gratuitos. Sus calles no tienen ni una pizca de anuncios que, al contrario de acá en Guatemala, tanta publicidad nos aturde.

Creo también en que hay algunas cosas en Cuba que se pueden cambiar, pero que principalmente se resolverí­an con el levantamiento del embargo.

La Guerra Frí­a ya terminó, pero muchos «intelectuales», tanto de izquierda y de derecha, no se han dado cuenta. Valorar hoy a Fidel no debe hacerse desde estos criterios. Hoy dí­a, debemos reconocer en el Presidente cubano que él ha hecho Historia, y no como muchos que han pasado desapercibidos para siempre. Por supuesto que otros, como Bush o Blair, también han hecho historia, y también se les valorará por eso; pero si nos atamos a ideologí­as añejas, creo que no podremos diagnosticar que estamos viendo el crepúsculo de uno de los hombres hito del siglo XX (y también del XXI).

A mí­, como buen melancólico que soy, me gusta el cambio; el estancamiento me provoca aburrimiento. Por eso, celebro que Fidel ya haya anunciado que próximamente dará su espacio a los jóvenes (actitud que en Guatemala, aunque vivimos en «democracia», nadie lo hace). Y sí­, creo que la revolución y, en fin, lo construido por Cuba, no decaerá.

Sin ánimos de defender lo indefendible, ni de mostrarme como simpatizante de la izquierda radical, pienso que Fidel logró pasar por este mundo y mejorarlo; nadie duda de que la situación cubana en el tiempo de Batista era francamente insoportable. Y, cuando todos entendamos que nuestra vocación es mejorar nuestro entorno, dar propuestas válidas, aliviar el peso de los demás, ahí­ es cuando vamos a empezar a construir nación.

Cito ahora la última lí­nea del discurso de Fidel: «Pienso como Niemeyer que hay que ser consecuente hasta el final», y eso, espero, sea una norma de vida para cualquiera, incluso para los que atacan a Fidel (o para quienes lo defienden a morir, sin entender su legado).

http://diarioparanoico.blogspot.com/