Las desatadas fuerzas del mercado. Basta un poco de memoria histórica y de observación para darse cuenta de que en el país de la eterna hace mucho tiempo que las gloriosas fuerzas del mercado andan sueltas, desatadas, en alegre libertinaje, aunque en realidad nunca han estado contenidas, atadas o reducidas a ningún tipo de espacio o condición. Como toda potencia, energía o poder que anda suelto, sin sujeción alguna, desprendida o evacuada, por así decirlo, las del mercado se han desbordado alocadamente en un desenfreno que ha alterado el equilibrio social durante décadas, posicionando y copando no únicamente la economía, pues se ha asentado en lo social, lo político, lo cultural, hasta el último resquicio. Casi nada escapa a la capacidad de esfuerzo, presión o movimiento de resistencia al mercado. Si el dinero es dios, el mercado es su profeta, y la UFM su gran sinagoga. Obviamente, el glorioso mercado tiene origen social, pero nació libertino, licencioso, disoluto, desenfrenado, pero se ha convertido, gracias al dejar hacer y dejar pasar, en pervertidor y prostitutor de casi todo: religión, ecología, política, educación, salud, vivienda, cultura… Suyos son, al menos, tres tópicos de moda: adopciones ilícitas, salarios de miseria, publicidad amoral. Atributos de su pertenencia: monopolio, oligopolio, acaparamiento, especulación, agiotismo, precios irreales, fuga de brazos e incluso de cerebros, piñatizaciones irreversibles… El inhumano desenfreno de las fuerzas del mercado aborrece los impuestos y (en teoría) al Estado, salvo cuando invierte en Policía, Cortes y Ejército, valga la excesiva paradoja. (Esta distribita fue elaborada con la desinteresada colaboración de mi compadre Perogrullo).
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Frentes en alto. Hubo un tiempo romántico en que llevar la frente muy en alto, sin necesidad de empinarse o de caminar con las puntas de los pies, era signo evidente de que la persona nada debía, no tenía de qué avergonzarse, poseía una conciencia tranquila, se sentía segura de su honradez y honorabilidad, sin ser necesariamente una honrosa excepción, cumplía con sus deberes y responsabilidades, qué se entiende. Eso era antes, unos 40 o 50 años atrás, aunque ya había algunas exclusiones. Hoy la cosa es casi al revés. Quienes dicen de sí mismos ?porque ni sus propios achichincles y lambiscones se atreven– que llevan la frente muy en alto, a ras d ellas nubes y de los rascacielos, son los estafadores y saqueadores del pueblo, los inmunes e impunes, los genocidas y represores, los zánganos y parásitos del Estado, los indemnizados clandestinos y asesores vitalicios, entre otros. En verdad, una impresionante multitud de frentes muy por encima de la masa pobre, pero honrada, de las mujeres y hombres rasos con su frente a la altura del horizonte.
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Los enemigos de Santa. Como ya es costumbre por estas fechas, con eso de la fiesta más linda del año, los acérrimos enemigos del mercado se aprestar a volver a difundir entre la niñez crédula y la juventud consumista, la conocida y resobada especie de que Santa (Clos) no existe, así, de forma brutal. Para estos aguafiestas y resentidos sociales, el mito de Santa (Clos) es sólo el pretexto perfecto utilizado por los comerciantes inescrupulosos (valga la redundancia) a fin de despojar a sus potenciales clientes del aguinaldo, el salario de diciembre e incluso algunos ahorritos que tengan por ahí bajo el colchón. Pero el público consumidor no debe dar crédito a tales patrañas de los inadaptados, envidiosos y rencorosos adversarios de la Navidad comercial y consumista (muchos le tienen celos a Santa por ser emprendedor, eficiente, competitivo y por demás exitoso), pues basta oír las carcajadas del viejo pascual a través de la radio, ver sus apariciones por televisión, contemplar su figura en páginas completas de la prensa independiente, y apreciarlo en carne y hueso (o lo que fuere) por diferentes centros comerciales, todo lo cual constituye un claro mentís a quienes pretenden tapar con un dedo la ya imprescindible y rechoncha configuración de Santa, el consentido del glorioso mercado, product of USA, país donde también se cocinan los mejores pavos de plástico. (Hace un par de milenios, otro antisocial, a 33 años de su nacimiento en humilde pesebre, echó a los mercaderes del templo; pero esa es otra historia, ¿será la misma?).