Iniciamos las celebraciones de fin de año


«Cada uno es artí­fice de su propia ventura.»

Cervantes

Edith González

Con la quema del diablo y el rezado de la Virgen de Concepción iniciamos las festividades de fin de año. Una etapa importante en la vida de muchas personas, pues se constituye en una época de reconciliación, recogimiento y buenas relaciones.

La prohibición de la venta de silbadores tranquilizó a muchas personas puesto que se habí­an constituido casi en un arma letal. Quemados sin control provocaron el incendio de fábricas, bodegas y viviendas.

Ahora es nuestro turno de evitar niños quemados con pólvora, evitando que ellos la manejen y de hacerlo que sea bajo supervisión. Igualmente debemos tener mucha precaución con las veladoras para evitar lamentarnos luego.

La compra de regalos propios y ajenos es una actividad que nos consume tiempo y recursos por lo que es importante planificarla, tanto para obsequiar bien como para utilizar y preservar adecuadamente nuestros recursos.

Es el momento de los convivios, de socializar con las personas que frecuentamos. Busquemos la manera de hacerlo evitando las bebidas alcohólicas en exceso y los riesgos innecesarios. Muchas de estas actividades finalizan con peores relaciones de las que iniciamos debido precisamente a un par de tragos de más.

Y recordemos que también es buena época para los amigos de lo ajeno, quienes aprovechan los descuidos para llevarse consigo nuestros paquetes, bienes y hasta nuestra vida. Por lo que debemos ser precavidos.

Las actividades tradicionales y culturales de la época se ofrecen muy animadas. Participe de la vista a Interfer, en el Parque de la Industria, de la Villa de Santa en el Campo de Marte, asista a presenciar los juegos Campero, tómese una fotografí­a con su familia o su mejor amigo y Santa Claus, reviva la magia de la Navidad, regale un juguete a Maratón del Juguete, una colchita o suéter, para cobijas de amor. Participe de las posadas, únase a los cantores de villancicos.

Y que tal si visita esa persona a quien hace mucho no ve. Hace un examen de conciencia y escribe su lista de buenos propósitos.

Pero sobre todo, medite en lo hermoso de la vida, cuí­dese, cuide a los que quiere y disfrute de la época alejado de sitios y situaciones de peligro, ahorrando para el futuro y planificando para una vida mejor.

Evite convertirse en parte de la estadí­stica de un hospital o una morgue, dejando a sus personas amadas llorando su ausencia.