En forma enfática y categórica, se ha declarado al nivel más alto del gobierno de la República de China, con sede en la bella ciudad de Taipei, que Taiwán no acepta el requisito de «una China» y la fórmula de «un país, dos sistemas» que, con derroche de prepotencia, exigen quienes ejercen el poder dictatorial en Pekín, la capital de China comunista.
El eminente estadista Sun Yat-sen fundó el Kuo Ming Tan y fue presidente de la República de China en 19ll, pero tuvo que irse al ostracismo cuando abdicó la dinastía manchú en 1912. Volvió en 1918, formó un gobierno separatista en Cantón y logró entrar en Pekín en 1925.
La China comunista se relame los labios con la pretensión de ocupar mediante una acción militar la isla (o las islas) de la República de China asentada en Taiwán tras la derrota de las heroicas fuerzas del generalísimo Chang Kai-chek por las huestes comandadas por el vejete y regordete Mao Tse-tung, ya desaparecido.
Taiwán constituiría un exquisito plato bien servido para la China comunista, como lo han sido Macao y Hong Kong, que alcanzaron un progreso integral ejemplar, sobre todo Hong Kong, lo que no ha ocurrido, al menos hasta hoy, en el monstruo continental que ha comenzado a desperezarse con propósitos expansionistas y de dominación imperial. Tiene en sus entrañas un elevado porcentaje del pueblo sumido en la pobreza y pujando para abajo con el pesado yugo de un sistema absolutista, totalitario.
El clima que actualmente se respira en la República de China (Taiwán) es de libertades democráticas y de evolución constante en todo sentido. Su actividad industrial y comercial es admirable y envidiable, digna de imitarse en los diferentes países del tercermundismo tanto del Asia como de otros continentes. Razón se tiene para considerar al pequeño gigante del sudeste asiático que es o sería un «exquisito plato bien servido» para los comunistas opresores del «dinosaurio» que apenas está bostezando tras soñar ser amo y señor como de horca y cuchillo en diversas regiones del planeta tierra?
El presidente de Taiwán, República de China, Chen Shui-bian, ha dicho que la llamada República Popular China debe abandonar el principio de «una China» antes de llegarse a un acuerdo de paz con Taiwán y, además, afirmó que la RPCH debe eliminar su amenazante «Ley Anti-Secesión», mediante la cual trata de crear la base legal para una futura invasión de la isla y, asimismo, debe desmantelar los centenares de misiles que ha colocado a lo largo de su costa sudoriental apuntando a Taiwan, ya que de lo contrario no será posible un diálogo entre Taiwán y la China continental.
Hu Jintao, el todopoderoso de la China comunista, se ha contradicho al hacer, en fecha reciente, un llamamiento orientado a establecer un marco para el desarrollo pacífico de las relaciones a través del Estrecho con Taiwán, «basado en el principio y «requilorio» ?decimos nosotros? de «una China» con su agregado de la fórmula de «un país, dos sistemas». Eso, recalcó Chen, sería formalizar un tratado de rendición.
Fue muy contundente y elocuente el canciller taiwanés, James C. F. Huang, quien advirtió en octubre retropróximo que el público no aceptará las tácticas de «dos caras» de hacer ofertas de paz, por un lado, en tanto que, por el otro, se restringe el radio de acción internacional de Taiwán en el ámbito mundial.
Hu Jintao ha hablado al presente, sin embargo, en un tono más conciliatorio que en años anteriores; pero, eso sí, la opresión de Pekín en ningún momento ha atenuado la tirantez, recalcó Huang.
Así andan las cosas entre un régimen comunista y un orden de cosas que hace honor al sistema democrático con todas sus libertades, de un progreso real y, si se quiere, explosivo en diferentes aspectos.
Del lado de la República de China (Taiwán), afortunadamente, están numerosas naciones grandes y pequeñas, con relaciones diplomáticas o no, de todo el mundo.