Desde la antigí¼edad el oro ha sido objeto de deseo por tenerlo y eso ha llevado a que se haya escrito mucho acerca de él, así como que ha provocado ríos de sangre por su posesión. Desde la antigí¼edad tanto en Asia, Europa, ífrica y América, dicho metal fue apreciado por sus cualidades, en especial su belleza por lo que fue usado para cosas nobles como coronas, anillos, brazaletes y con posterioridad en monedas. El oro, pues, tiene una apreciación o valoración que le asigna el hombre no por medio de una convención o ley, sino porque tiene un valor en sí mismo o intrínseco, cualidad que lo llevó a convertirse en moneda de uso mundial, pues es apetecido por todo el orbe. Por esta cualidad o característica intrínseca se utilizó para patrón monetario lo que se llamó el patrón oro monetario. Los nativos aquí en Guatemala obtenían el oro de los ríos en forma de arenas auríferas o en las cuevas en las que encontraban alguna veta con oro. Cuando se efectuó la reforma monetaria en Guatemala en la que se creó el quetzal como moneda del país en sustitución de los pesos, se utilizó el oro que ya tenía la nación y el oro comprado se utilizó para acuñar la bella moneda «Quetzal», esta nueva moneda se emitió cambiando los pesos antiguos a razón de sesenta por uno de la nueva monda. La sustitución se efectuó por medio de una institución que se llamó la Caja Reguladora de la que fue gerente don Federico Rubio García Salas, hermano de mi abuelo; y me cuentan que para darle confianza a las gentes acerca de la nueva moneda se exhibía la nueva moneda de oro en una vitrina habilitada para tal efecto.
Durante el gobierno de los 14 años se nombró gerente del Banco Central de Guatemala al señor José F. Linares, funcionario con experiencia bancaria obtenida en los Estados Unidos, éste mismo con instrucciones del gobierno inició la recuperación del oro amonedado por medio del incentivo de dar un veinticinco por ciento de prima, comisión o margen sobre el valor nominal de la moneda y debido a ese atractivo se recuperó un alto porcentaje de la moneda de oro que se emitió. Como complemento a la medida anterior se inició la compra de lingotes o barras de oro en los Estados Unidos por intermedio de la Federal Reserve Bank, quien a su vez se convirtió en custodio de las mismas. Por otra parte se adoptó la política de comprar libras de oro, ya fuera en pepitas, en polvo o bien en pedazos de joyas, tales como anillos, collares, etc., todo esto se enviaba al Federal Reserve Bank, quien a su vez lo remitía a la Asay Office o fundición para su procesamiento a fin de convertirlo en lingotes. Quien iba a saber que siete décadas después ese oro aumentaría su valor de manera excepcional, pues de 35 dólares la onza troy ha pasado a ser a la fecha alrededor de novecientos dólares la onza troy o sea $ 865.00 más lo que reflejó al correr del tiempo la visión de ese gobierno, porque fue un buen negocio que beneficia al Banco actualmente. Hay que reconocer y darle las gracias o reconocimiento a las personas que provisoriamente reforzaron las reservas monetarias de Guatemala con oro físico, ya que con el abandono del patrón oro y el quetzal dejó de representar una cierta cantidad de oro, dicho oro sigue fortaleciendo al país frente a los movimientos oscilatorios e incertidumbre de las monedas internacionales.
Con respecto al oro del Banco Central de Guatemala, este Banco había acumulado como reserva una cantidad de oro tanto en monedas como en barras o lingotes (la moneda la tenía en la caja fuerte de bolsas de fuerte lona en la que se tenía la cantidad de 50 mil quetzales en cada una y los lingotes o barras se tenían en custodia en la Federal Reserve Bank de Nueva York). Previo a su traslado al nuevo Banco de Guatemala se practicó un inventario y al pedir al contador del banco ese documento éste sólo proporcionó a los auditores Carlos Enrique Ponciano y a Jorge Mario Rubio, un librito de los llamados Order Book, en los que estaban los números de los lingotes y a la par de cada uno la cantidad o valor en dólares respectivo, y al final la cantidad total de su valor. Como se puede apreciar tal información era insuficiente, pues carecía de una identificación plena del oro en lingotes o barras en el Federal Reserve Bank de New York.
En vista de lo anteriormente explicado, pedimos ver el archivo del banco donde se tenía recopilada la correspondencia entre el Banco Central de Guatemala y el Federal Reserve Bank de New York. Al estar en la sección de archivo nos encontramos un gran desorden y entre muchos recopiladores llenos de polvo fuimos buscando la correspondencia del Federal con la información que enviaba de cada una de las barras que se compraban o bien que llegaban de fundición o mint del mismo Federal, con el oro enviado para su proceso formado por joyas destruidas o en mal estado y tanto pepitas como oro en polvo proveniente de los lavaderos de oro del Río Motagua y otros como se mencionó anteriormente. El informe enviado por el Federal Reserve Bank acerca de cada uno de los lingotes o barras era muy completo, pues además del número proporcionaba el peso exacto y la pureza de la misma en milésimas, lo que hacía que cada barra fuera distinta de la otra pues variaban en peso en onzas troy como en la finura que proporcionaba la fundición del Federal, toda esta información la fuimos haciendo constar en una Cédula de Auditoría firmada por los auditores Carlos Enrique Ponciano y Jorge Mario Rubio, la cual sirvió de respaldo a la correspondiente operación contable del nuevo Banco de Guatemala.