Lo peor es cruzarnos de brazos


Al escuchar las declaraciones de los funcionarios públicos respecto al efecto del aumento en el precio de los combustibles, queda la sensación de que lo único que pueden hacer es recomendarnos a los ciudadanos resignación frente a la crisis porque se limitan a decir que ellos no puede hacer nada debido a la naturaleza del fenómeno que está en el comportamiento de los mercados mundiales y en la forma en que están especulando algunos con los precios a futuro del barril de petróleo. Y es cierto que no tenemos mucho cómo defendernos, sobre todo porque en nuestro paí­s adoptamos una polí­tica de renuncia a cualquier papel regulador que se pudiera jugar para compensar abusos en el mercado interno, pero serí­a deseable que las autoridades al menos adoptaran medidas de orden práctico para ayudar al ahorro de combustibles.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Es imposible ahorrar carburante, por ejemplo, cuando los agentes de la Policí­a Municipal de Tránsito se empecinan en sustituir al sistema de semáforos y de manera arbitraria detienen a los automovilistas en alguna de las ví­as rompiendo con el flujo normal que establece la red de semáforos y que, cuando no hay agentes, permite mayor fluidez de uno y otro lado. Hay sitios en los que el automovilista ve cómo el semáforo cambia de color dos y hasta tres veces sin que los agentes permitan el paso de los que tendrí­an el derecho de ví­a y no es raro que al proceder de esa forma, embotellen el tránsito en forma descomunal porque alteran por completo lo que debe ser una especie de flujo normal.

Es imposible ahorrar carburante cuando se permite que en las entradas de negocios que tienen autoservicio se formen colas que obstaculizan el tránsito normal y cuando se producen atascos porque algunos automovilistas abusivos taponan los cruceros sin que aparezcan en tales casos los agentes que debieran multar a los que de manera irresponsable contribuyen a entorpecer el ya caótico tráfico urbano.

Creo que es tiempo de ir adoptando medidas concretas y relativamente sencillas que puedan contribuir a un uso más racional de los combustibles. No creo que deba bajarse el impuesto que se aplica a ellos porque en todo caso por el bien del paí­s tenemos que ahorrar dados los altos precios mundiales que prevalecen, pero siendo que no tenemos la cultura del ahorro, el Gobierno y las municipalidades tendrí­an que tomar iniciativas que conduzcan a reducir al menos el despilfarro provocado por situaciones que se pueden evitar.

El escalonamiento de los horarios para reducir la presión vehicular que se concentra en las horas pico es una salida en la que empresarios y autoridades podrí­an ponerse de acuerdo y ello es más fácil ahora que no hay clases por las vacaciones escolares. Polí­ticas respecto al alumbrado, sobre todo en la época navideña y de fin de año, tendrí­an que implementarse para bajar la factura petrolera que ahora podemos cubrir gracias al ingreso de divisas de las remesas familiares, pero que constituye una carga abrumadora para un paí­s con tantas necesidades y carencias como el nuestro. Ojalá que prevalezca el espí­ritu de buscar soluciones en forma urgente para paliar la crisis que se vislumbra muy severa.