En pleno escándalo por el tráfico de influencias, los señores de Tomza hicieron una apuesta riesgosa, enviando nuevamente su avión para que lo usara el presidente Colom en su regreso de Perú a Guatemala. Y es riesgosa porque con ello reafirman que el gobierno de ílvaro Colom les otorgará la licencia que buscan para construir en un área protegida, pero es obvio que cualquier autoridad que se respete deberá revocar esa disposición el mismo 14 de enero como un acto de dignidad y decencia para el país.
Es obvio que para los señores de Tomza los guatemaltecos somos más que una partida de imbéciles, puesto que si fueran medianamente inteligentes le hubieran alquilado un avión privado a Colom y se lo envían a Lima para que “Su Excelencia†no se viera en la necesidad de viajar en un avión comercial o que se viniera pidiendo jalón a alguno de sus colegas. Por lo menos le hubieran tapado el ojo al macho, pero en este caso está visto que sienten que como somos tan indiferentes, tan inútiles como ciudadanos, se pueden reír de nosotros en nuestra cara.
Del señor Colom y su gobierno nada más puede sorprender porque tres años y medio bastan y sobran para saber con qué lidiamos, pero esa empresa que pretende seguir haciendo negocios en Guatemala, mediante el manejo del monopolio del gas propano, podría estar jugando con fuego porque bien se ha dicho que no hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante, y los guatemaltecos de vez en cuando tenemos un aire con remolino cuando se dan situaciones que llegan al extremo y no recordamos otra en la que el cinismo haya sido mayor que ésta, evidenciando la ausencia absoluta del mínimo respeto por la dignidad, inteligencia y valores de un pueblo entero.
Hablar del cinismo del gobierno es albarda sobre aparejo, pero los de Tomza parecen listos a superarlos en su descaro para asegurarse el favor de la licencia para hacer añicos el área protegida. A punta de millas de vuelo lograron volarse no sólo a las autoridades del Consejo Nacional de íreas Protegidas para poner a cualquier fantoche, sino que luego se volaron al Ministro de Ambiente para que fuera el nuevo Ministro quien cargara con el lastre para toda su vida de haber aceptado uno de los más burdos, descarados y cínicos negocios en la historia de la gestión pública en Guatemala.
El avión de Tomza es, sin duda alguna, emblemático porque constituye la prueba tangible y volante de cuán fácil es traficar influencias en un país como el nuestro, con autoridades venales y un pueblo que de aguantador se pasa a indiferente.
Minutero:
La posadera presidencial
no puede ir en avión comercial;
se vuela con excelencia
por el tráfico de influencia