Nuestra lentitud económica


Observando la forma en que el mercado inmobiliario en los Estados Unidos se ha ido ajustando a la realidad luego de un ciclo de por lo menos tres años en los que la especulación disparó los precios a niveles absolutamente irreales, encuentro explicaciones de economistas que sostienen que se trata de ajustes naturales que ocurren para corregir desviaciones que alteran el mercado. Y al reflexionar sobre ese debate que hay hoy en Estados Unidos sobre si lo que están viviendo es una recesión, tesis que sostienen muchos a pesar de que si bien el crecimiento económico es bajo no ha llegado a cifras negativas, o si simplemente es un reajuste del propio mercado, pienso que nuestro sistema tiene grandes carencias pero posiblemente ninguna tan marcada como la ausencia de esos mecanismos de autocorrección.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

En efecto, también nuestro mercado inmobiliario se ha inflado como consecuencia de maniobras especulativas que en el caso nacional tienen posiblemente más que ver con el lavado de dinero que con ese afán de lucro instantáneo que caracterizó muchas de las operaciones de compra de inmuebles en los Estados Unidos durante los últimos años, cuando pagando un módico enganche se podí­a adquirir una costosa propiedad que en cuestión de pocos meses era revendida a precios estratosféricos. Hubo personas que con inversiones de 50,000 dólares ganaron 75,000 o 100,000 en cuestión de seis meses por el constante incremento de la propiedad impulsado por las bajas tasas de interés y una creciente demanda.

Pero llegó el momento en que los compradores entendieron la irrealidad del mercado y muchos de los recientes dueños que esperaban ávidamente vender sus propiedades cuanto antes para obtener su ganancia, se vieron con el problema de que ya no podí­an vender porque nadie estaba interesado en pagar tan altos precios y fue por ello que vino la crujida. Se quedaron sin vender, pero tampoco tení­an para pagar las hipotecas contratadas a corto plazo y por lo tanto con interés variable que rápidamente devoraron sus presupuestos, llevando a muchos a situaciones de insolvencia al no poder cumplir con los pagos al banco. Y hoy los bancos están llenos de propiedades que no pueden vender por el valor necesario para cubrir sus cuentas por cobrar y están perdiendo los inversionistas que habí­an comprado los antiguamente sólidos bonos municipales e hipotecarios.

En Guatemala el proceso especulativo del valor de la tierra y sobre todo de las edificaciones que proliferan en la ciudad, al punto de que algunos llaman a la zona 14 la pequeña Manhattan, tiene raí­ces distintas porque no se trata de compras para especular y vender más caro. Por el contrario, muchos de los apartamentos están vací­os y en algunos casos se han vendido por precios inferiores a los de su costo, lo que demuestra claramente que el interés era lavar el dinero proveniente no sólo del tráfico de drogas, negocio ilí­cito que generalmente asociamos con el del lavado de dinero, sino también de la corrupción y hasta de la evasión de impuestos.

Puede ser que por ello nuestro proceso económico no se ajuste y sea tan lento para reaccionar a lo que dictarí­an las normas del mercado. Pero ocurre que nosotros no tenemos un auténtico mercado y por ello es insólito que algunos crean que debemos dejarlo todo libre a lo que determine la oferta y la demanda, sin regulaciones de ningún tipo, aunque las mismas sean totalmente necesarias por esa lentitud de nuestra economí­a.