La tristeza y depresión han sido utilizadas en nuestro lenguaje cotidiano como palabras que tienen un mismo significado. Corrientemente escuchamos a personas comentar que tienen «Depre» cuando se sienten desanimadas o de bajón; pero es necesario realizar una diferenciación entre ambas, ya que de ello dependerá la búsqueda o no de un tratamiento específico. La conversación de hoy consistirá en ir definiendo el concepto de esta emoción.
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El que nos sintamos con tristeza es normal para todo ser humano, ya que es una emoción, como muchas otras. Aunque algunos veces nos negamos a vivirla, y la consideramos indeseable e innecesaria en nuestras vidas. En otras palabras frecuentemente negamos y nos negamos a esta emoción, lo cual contribuye a que la misma se inserte en nuestro interior de manera más profunda, ya que para resolverla no queda otro paso, más que el vivirla por difícil, molesta o desconcertante que ella sea.
Existen muchas cosas capaces de hacernos sentir tristes y todo ello depende de cómo somos como personas y las dificultades que enfrentamos; podríamos mencionar pérdidas de seres queridos, de un status social o económico, cambios drásticos en la forma de vida, enfermedades propias o familiares, discrepancias entre nuestros deseos y nuestra realidad. Y la tristeza que nos produce ser empáticos con el pesar de los demás, la observación de actos injustos y de situaciones adversas que sufren otras personas.
Este sentimiento se vive como un dolor interno desgarrante, y algunas veces provoca el derrame de lágrimas. Pero en otras ocasiones ya no disponemos de este recurso, pues las lágrimas se nos acaban.
Sin embargo, el no llorar también se debe a un aprendizaje social, muchas personas nos solicitan que no lloremos, hemos creído, inclusive, que llorar es sinónimo de debilidad y por lo tanto no es conveniente. No obstante, el llorar nos ayuda a limpiar de manera interna los tóxicos que permiten nuestro sufrimiento, sojuzgarnos, nos propicia una sensación de liberación y consuelo; por lo consiguiente, nos hace más fuertes, nos da coraje para enfrentar las situaciones y momentos difíciles.
La tristeza no es una emoción mala o dañina, al contrario, también a través del sufrimiento nos percatamos de la vida. Pero el dolor en sí puede ayudarnos a crecer como personas, a madurar, a ver la vida en distintas perspectivas, a apreciar quienes somos y lo que la vida nos procura dar. En el crecimiento físico humano existe una semejanza, ya que éste provoca también dolor.
Ninguna tristeza es igual, el ser humano la padece de manera distinta y en grados diferentes. Lo que para alguien puede ser motivo de tristeza para otro pueda no significar mucho, pero esto no tendrá que ser causa de descalificación de los otros sufrimientos. Al fin y al cabo el dolor más profundo que se puede sentir es el propio.
Osho, filósofo hindú, tiene una manera particular de enfocar a la tristeza y esto nos puede permitir amplificar nuestra reflexión acerca de este tema: «La tristeza es ira pasiva y la ira es tristeza activa. Como la tristeza surge con facilidad, la ira parece difícil, porque se está demasiado sintonizado con lo pasivo. Y es difícil para una persona triste estar enfadada. Si se pudiera encolerizar a una persona triste, su tristeza desaparecería de inmediato».
A manera de conclusión me permito sugerir que todas las personas vivamos nuestra tristeza, que hagamos un espacio en nuestras vidas para permitir expresar esta emoción, que analicemos su trasfondo, que compartamos nuestro pesar con familiares, amigos, personas de confianza que nos brinden apoyo, que no le tengamos miedo y que nos demos permiso de llorar, si es que así lo deseamos.
Que no confundamos el estar triste con el estar enfermos, como por ejemplo, tener depresión; ya que esta última constituye la cronificación de nuestro decaimiento, siendo caracterizada por manifestaciones clínicas específicas, para la cual no hemos de limitarnos en acudir a una consulta psiquiátrica/psicológica, pues ésta sí necesita un tratamiento específico. Cualquier duda, consúltenme por mi correo electrónico. Hasta la otra semana.