Desnutrición infantil y el desdén de los candidatos


Menos mal que en esta oportunidad el presidente Berger no aseveró que los niños del área rural que carecen de alimentos se encuentran panzudos debido a que comen demasiado, y no por estar cundidos de lombrices a causa del alto grado de desnutrición que padecen, como cuando, hace pocos dí­as, aseguró que todos los guatemaltecos estamos progresando, pudiéndose comprobar mediante los automóviles que se importan, los restaurantes atiborrados de gente y miles de personas que viajan al exterior.

Eduardo Villatoro

Mientras que la directora de la Secretarí­a de Seguridad Alimenticia, Delfina Mux, señaló que las estadí­sticas oficiales indican que más de un millón de niños padecen algún grado de desnutrición crónica (La Hora, 16-X-07), el mandatario se ufanó al asegurar que su gobierno realiza esfuerzos en el combate a ese fenómeno propio de los paí­ses en los que se antepone el bienestar de una minorí­a privilegiada, a costas de las mayoritarias clases ayunas no sólo de comida sino, también, de educación, de salarios justos y de otros males caracterí­sticos de la exclusión y la explotación.

El mismo gobernante admitió que, la desnutrición crónica entre la población infantil rural e indí­gena constituye el rezago histórico de 500 años que se ha prolongado mediante la aplicación de polí­ticas neoliberales que han fracasado en América Latina.

Estas declaraciones se formularon en el marco del Dí­a Mundial de la Alimentación celebrado especialmente por el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, mejor conocida por FAO, cuyo director regional para América Latina, el brasileño José Graziano, puntualizó: «No puede haber cohesión social con hambre. Las sociedades que conviven con el hambre no logran pactos sociales. El hambre deberí­a ser la primera prioridad polí­tica y primera urgencia temporal en el camino hacia una mayor cohesión social (precisamente) y equidad en América Latina», según un despacho de la agencia EFE firmado por Matilde Wolter y fechado en Santiago de Chile.

La enorme desigualdad en el acceso a los recursos naturales determina que más de 52 millones de latinoamericanos no tengan garantizado el derecho a la alimentación, en tanto que 852 millones de niños en el mundo afrontan dificultades para alimentarse adecuadamente, de los cuales el 95% vive en los eufemí­sticamente denominados paí­ses en desarrollo, como Guatemala.

Sin embargo, no todo está perdido en América Latina porque de acuerdo con lo declarado por el funcionario del FAO, los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Perú han asumido compromisos con su agenda social, en tanto que en Brasil, Argentina y Chile se impulsan programas exitosos en la reducción de la pobreza, porque los presidentes de esas naciones han comprendido que combatir al hambre no sólo constituye un importante elemento de sus polí­ticas sociales, sino que implica valioso ingrediente de desarrollo económico.

Para nada menciona a Guatemala, a no ser porque forma parte de los paí­ses más atrasados en todas las materias sociales, y no se vislumbra en el oscuro panorama polí­tico una luz de esperanza, toda vez que los dos candidatos presidenciales finalistas están más preocupados en descalificarse recí­procamente, que en plantear programas encaminados a combatir el hambre, la desnutrición, el analfabetismo, la discriminación racial y de género.

En la misma edición de La Hora del martes 16, como una bofetada a los niños hambrientos y a los débiles esfuerzos del gobierno en combatir la desnutrición infantil, se informa que la UNE y el Partido Patriota han gastado o invertido (?) hasta la fecha Q131.4 millones y Q143.6 millones, respectivamente, en sus campañas de proselitismo electoral, de modo que los presidenciables ílvaro Colom y Otto Pérez Molina están muy entusiasmados en dilapidar a manos llenas el dinero de dudoso origen de sus financistas, pero no en planificar y divulgar lo que podrí­an realizar para satisfacer las más apremiantes necesidades de las clases menos afortunadas.

(Romualdo Anvriento comenta que ciertos candidatos presidenciales latinoamericanos son a la sociedad como al hombre los ácaros, arácnidos microscópicos que tienen garras y boca, y viven a expensas y hasta en las pestañas de la mayorí­a de los seres humanos).