La macondiana justicia guatemalteca


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La familia Mussa ha sufrido lo que muchos guatemaltecos, la desaparición de seres queridos, y su revictimización, solamente que el caso de ellos, como el de otros/as ha tenido connotaciones públicas, por la actitud valiente de una persona cercana a ellos que señaló lo sucedido, dejando suficientes evidencias antes de su muerte, el abogado Rodrigo Rosenberg.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

 


Las declaraciones ante el tribunal de la señora Aziza Mussa son contundentes
“Yo me reuní­ con (Carlos) Castresana el 9 de junio de 2010, y me indicó que la investigación estaba en su fase final y que ya sabí­an quiénes eran los autores materiales y quién habí­a dado la orden de disparar y que lo que Rodrigo Rosenberg  habí­a dicho en su ví­deo era verdad…” De esta declaración se deduce lo que siempre he manifestado en relación a Castresana, fue un actor merecedor de un Oscar, pero de la impunidad a su más alto nivel, en mi caso también reconocieron ante representantes de Human Rights, especí­ficamente Amanda Martí­n, directora del programa para Guatemala, a quien le informaron que tení­an la convicción que yo decí­a la verdad, esa aceptación provocó que me invitaran a dar 32 conferencias sobre la violencia en Guatemala contra la mujeres, a diferentes universidades en Estados Unidos, y que me ofrecieran su total apoyo, más el mismo se concreta a hacer lobby al presentar el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

¿Por qué lo anterior? Porque señores, la impunidad campea en Guatemala, y todos/as pedimos a gritos el cese de la misma, pero ¿Qué sucede? Que solamente en casos de alto impacto se le pone un poco de atención, hago un parangón entre el mí­o y el de Rodrigo Rosenberg, por diversas circunstancias nuestros casos fueron públicos, y los dos fuimos desacreditados por el encargado de la Comisión que lucharí­a contra la impunidad, yo quedé viva, no sé por qué, y me traté de defender, con lo único con lo que cuento, la verdad, pero (y lo repito nuevamente)  algunos medios de comunicación, (y tengo los nombres insertados en mi mente) se encargaron de hacer de ambos casos un gran circo mediático en el que las victimas resultamos victimarias. Tuve información en su momento, que el mismo dí­a que presentarí­an la “verdad interina” sobre el caso Rosenberg, lo harí­an conmigo, pero no contaban con que a pesar de la tortura sicológica por parte del colombiano César Rincón de que fue objeto y del ofrecimiento de apoyo a una de las personas que compareció como testigo en mi caso, no se amedrentó, y siempre dijo la verdad, (cuento con pruebas)  por lo tanto se frustró parte de la gran función circense que llevarí­a a cabo Castresana el 11 de enero de 2010, en la que su “verdad interina” se convertirí­a en contundente según algunos medios de comunicación y comunicadores sociales, hoy más de año y medio más tarde, principia apenas a conocerse toda la suciedad que existió en ese momento, y que sigue existiendo tanto por parte de algunos funcionarios públicos como por medios de comunicación, y comunicadores.

Todo aquello nos mostró como somos, una sociedad sin criterio, que aplaude a cualquier chapulí­n colorado, con perdón del propio chapulí­n, que se convierte gracias a los medios de comunicación en adalid de la justicia.

En Guatemala algunos generadores de opinión, como medios, crean, endiosan y destruyen personas, y todaví­a, oh complejo de inferioridad general, sin prueba alguna, realizan juicios y emiten sentencias mediáticas, mismas que son más dolorosas (y lo escribo con pleno conocimiento de causa) que cualquiera dictada por un tribunal.

El caso Castresana es el más representativo, de nuestra propia falta de aprecio ciudadano y cí­vico. En la CICIG de aquella época se encontraban Helen Mack, la flamante comisionada presidencial para la Reforma Policial, (que no ha logrado nada), la defensora de la justicia Yolanda Pérez, el colombiano Cesar Rincón, y medios que por respeto a mí­ misma no menciono, así­ como plumas que en su momento escribieron barbaridades de mi persona, así­ como de Rodrigo Rosenberg, que tampoco menciono, pero que guardo documentalmente, juzgando y condenando, si señores sin pensar que 1) La cultura, costumbres, leyes, y demás de Guatemala, son propias de nuestra idiosincrasia, 2) En pleno siglo XXI aún nos vende espejitos cualquier extranjero, 3) Somos más propensos al rumor que a la verdad, porque nos encanta hablar mal de los demás seres humanos, y 4) Aún no hemos superado del todo la época de la Edad Media.

Por lo tanto, en agosto 2011, demasiadas victimas hemos sido revictimizadas una y otra vez, el sistema tiene aproximadamente un 5% de certeza en sus sentencias, porque somos un Estado si no fallido, si muy cerca de serlo.

Por lo antes expuesto, como ví­ctima del sistema, de algunos medios y comunicadores que nunca resarcirán el daño causado, me solidarizo con la familia Mussa y todas las familias que han llorado lágrimas de sangre por una sociedad de doble moral, e hipócrita, que los juicios paralelos, y la irresponsabilidad al emitir opinión, un sistema de justicia que funciona en un 20%, y que es temerosa del poderoso Cuarto Poder, que no mide las consecuencias de sus condenas, a excepción de cuando toca a uno de ellos mismos, los demás no importamos, somos solamente una noticia que vende, mas ellos mismos son los primeros en arrodillarse ante el foráneo, porque “Sabe más que nuestros estudiosos por muy buenos que sean”  “¿Qué pasa en este paí­s, qué pasa, Dios mí­o, que nos vinimos tan abajo? “ Tango Bronca 1962.