No puedo evitar sus sentimientos de satisfacción cuando leo, oigo o veo en los medios de comunicación, que ex presidentes y altos funcionarios de otros países son llevados a juicio por actos de corrupción y delitos graves cometidos en el ejercicio y abuso de su cargo.
Después de ese primer instante de grata euforia, vuelvo a la realidad y veo, hacia atrás, lo que ocurre en el país. La impunidad con que actuamos y el debilitamiento increíble del sistema de justicia, empezando por la policía nacional, en donde hay asesinos a sueldo o con vínculos con el crimen organizado; la inoperancia del Ministerio Público y los Tribunales, rebasados por la corrupción y el tráfico de influencias, y la indiferencia total de quienes tienen en sus manos el poder resolver estos problemas, empezando por el Congreso en la emisión de leyes, el Ejecutivo en un proceso de depuración y transparencia al igual que el Organismo Judicial, cuyas altas autoridades son peones de intereses políticos y de la magia y el hechizo del dinero proveniente de mafias allí incrustadas; así como una falta de fiscalización más enérgica y fuerte de organizaciones de la sociedad civil, que no dependa sólo de informes o análisis que denuncian, sino de movimientos de masas que presionen, junto a los medios de comunicación, por un cambio en el Estado para evitar que se sigan pudriendo las instituciones.
Costa Rica enjuiciará a su ex presidente Rafael íngel Calderón por un escándalo de corrupción en las cajas del seguro social (¿nos recuerda algo eso?), Fujimori en el Perú, tras ser extraditado por Chile enfrentará otro proceso por peculado, corrupción y muertes extrajudiciales; la familia de Pinochet fue apresada y enfrenta proceso por casos de corrupción. Menciono solamente tres casos recientes, aunque, afortunadamente, en otros países hay juicios o investigaciones similares, como el caso de Vicente Fox en México.
Aquí es al revés. Fíjense en mis vaticinios: Wholers, ex presidente del IGSS, Barrientos, ex ministro de gobernación y otros más, saldrán libres; jamás se logrará la extradición y muchos menos el procesamiento de Serrano y Portillo y muchos de sus compinches; nunca procederá en Guatemala un juicio contra Ríos Montt o su hijo, y así podríamos seguir para nuestra vergí¼enza nacional.
Los dos candidatos a la presidencia se afanan en decir combatirán la corrupción para ganar adeptos, pero ellos, como yo, saben que en esta nuestra patria se lleva sobre sus hombros la mala suerte, nunca se podrá combatir ese mal mientras existan funcionarios venales que se doblegan ante un soborno cualquiera, mientras las leyes sean débiles sin que existan penas adecuadas y delitos como el enriquecimiento ilícito y otros y mientras las instituciones que por ley tienen que combatir estos hechos están llenas de suciedad y podredumbre moral como la Contraloría de cuentas, la Policía Nacional, el Ministerio Público y el Organismo Judicial.
Esto no es nuevo, lo dije hace 27 años en mi tesis de graduación de abogado recordando que todo es parte de la condición humana, repetiría yo, parte de la «mala» condición humana. Quede quien quede, que lleve a los mas altos cargos a gente honesta y con carácter, porque ya en el legislativo y alcaldías vemos que están volando los mismos depredadores de antes, al igual que con los candidatos. Detecté 7 «cercanísimos colaboradores» de ese tipo, en el PP y 11 en la UNE ¿Qué tal?…