Continúa la triste y oscura campaña electoral


Yo le pregunto a ílvaro Colom ¿es cierto ingeniero que usted tiene la mano aguada? Y también le pregunto a Otto Pérez Molina ¿es cierto General que usted no es inteligente y por eso piensa que para todo hay que usar la fuerza? Claro, es de esperar que ambos me contesten con un NO rotundo sin embargo, ellos, con sus respectivos equipos de trabajo no han podido trasladar a la población ninguna otra cosa distinta a palabras vací­as, desde cuando anticipadamente se empeñaron en buscar la presidencia.

Francisco Cáceres Barrios

Me cuento entre los que seguimos esperando el tan ansiado «cómo» es que van a llevar a cabo sus planes, si es que los tienen. Por lo visto hasta el momento, no van a hacer nada distinto a lo que nos tienen acostumbrados sus predecesores. Para empezar, ¿van a seguir dependiendo para cubrir el déficit fiscal de un impuesto que cuando se promulgó llevaba el marbete de «extraordinario y temporal», pero que sigue siendo la tabla de salvación de tanto gobierno incapaz para reducir el gasto público, la excesiva burocracia y el derroche, como de lograr una transparente utilización de los recursos para racionalizar los abultados costos de la obra pública?

Los «indecisos», de cuyos votos depende quién vaya a ganar las elecciones, en donde se encuentran los que se resisten a votar por «el menos peor», los que no quieren concurrir a las urnas el próximo 4 de noviembre y que si mucho irán a cumplir el deber cí­vico pero que van a anular o dejar en blanco su voto, seguimos pensando que ya es hora, que al menos uno de los candidatos, manifieste su oposición a seguir privilegiando el presupuesto militar, en vez de hacerlo por el de la educación o el de la salud. Sigue causando mucha tristeza que desde ya podamos anticipar que los próximos cuatro años en muy poco o en nada vaya a variar la inveterada forma de gobernar en contubernio con el Congreso, plagado de corruptos e incapaces diputados que han venido encontrando en una politiquera ley electoral los privilegios necesarios para seguir viviendo a todo dar, incluso delinquiendo.

No, por favor, no vayan a seguir engañando a la población con í­ndices alentadores de la situación macro económica de nuestro paí­s y colocándolo entre los mejores de América Latina. Es que ya es hora de hablar teniendo en la mano dura o aguada la verdad que a la gran mayorí­a de los chapines hace rato se le acabaron los hoyos del cincho para seguí­rselo apretando ante los precios de su «comida básica», cuando el precio del pan y las tortillas es de tres unidades por un quetzal, a dos quetzales la libra de arroz y la de frijol a cinco. ¿Qué piensan hacer Colom y Pérez para satisfacer tan elementales necesidades? Si sus respuestas van a seguir siendo la misma demagogia que han venido empleando, al menos quedaremos claramente advertidos que ¡estamos fregados todos ustedes!