No debemos perdernos, ni dejarnos llevar por el impulso que provoca la barbaridad cometida recientemente por malos elementos que siguen valiéndose de la Policía Nacional Civil para cometer sus fechorías. Debemos percatarnos que la seguridad nacional no depende sólo de esta entidad, sino de una mezcla de factores que el Estado tiene la misión de coordinarlos, armonizarlos y dosificarlos de tal manera, que el resultado siempre sea el mismo: que propios y extraños podamos sentirnos seguros bajo el precioso azul y blanco de nuestro cielo.
En mi último comentario hablé de la pésima imagen que teníamos de la PNC, cosa que se sigue confirmando, porque continúa el antro en donde la violencia, la corrupción y la ilegalidad han sentado sus reales desde hace ya bastante tiempo. ¿Y qué decir del coctel preparado con una onza de incapacidad policíaca, otra de ineficacia del Ministerio Público y otra de corrupción en los tribunales de Justicia elementos que, salpicados de una pizca de nuestra monumental incapacidad legislativa y sazonado con unas cuantas gotas de la indolencia presidencial, termina de conformar la mezcla que ha hecho de nuestro país el de la eterna impunidad?
Y es que el tantas veces criticado Jorge Ubico dejó sentada las bases de la necesaria coordinación de factores para que en Guatemala, allá por los 40 del siglo pasado, permitiera dormir tranquilo aún con la puerta abierta de la casa. No, por el amor de Dios, no es que esté añorando la época del tirano de los 14 años ni cosa que se parezca. De apaleadas o leyes fuga ya hemos tenido bastante como para volver al pasado, si no me refiero a la forzosa necesidad de combinar la investigación exhaustiva de cada uno de los delitos que se cometen, con procesos judiciales que pronta y eficazmente hagan valer las leyes del país y no burladas tantas veces por Tirios y Troyanos.
Con el respeto que me merece la actual Ministra de Gobernación, comento que suena bonito decir que de ahora en adelante «no va a tolerar ningún acto que afecte la imagen de la institución policial», refiriéndose concretamente a dar con los responsables del secuestro y ejecución de cinco personas del Barrio El Gallito, pero esa imagen, yo le aseguro que ni Dios Padre la va a cambiar, mientras no se ataquen de raíz sus causas, que no son más que la mala educación, formación o capacitación de sus elementos. Y lo mismo ¡exactamente lo mismo! ocurre a todo nivel y en la mayoría de instituciones del Estado. Porque desde el más encumbrado funcionario hasta el más humilde empleado sigue llegando a SERVIRSE de las instituciones y no a SERVIR a su comunidad. Todo empezó con la fracasada idea de pretender «reciclar» la policía, en vez de aplicar el drástico «borrón y cuenta nueva». Desde entonces, seguimos pagando las consecuencias de una mala decisión.