La decisión socrática


Votar, abstenerse, anular o dejar en blanco, son todas ellas opciones; no se le olvide.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Cuentan los chismes que el filósofo griego Platón se inventó un dí­a un personaje ficcionario llamado Sócrates, que, para darle mayor peso legendario, indicó que habí­a sido su maestro; pese a que este mentor no dejó nada escrito, se dicen muchas cosas de él.

Platón, para demostrar la trascendencia del alma, se inventó que su maestro murió por sus ideales: supuestamente, Sócrates habí­a sido acusado de «corromper a los jóvenes» con sus enseñanzas, pese a que era una persona buena. Sin embargo, una vez vencido en juicio por los sofistas, admitió su condena: beber cicuta para terminar con su vida.

Cuenta Platón (a mí­ no me consta) que Sócrates no se opuso, y que, es más, gustoso tomó la cicuta para demostrar que a toda costa era mejor ser un buen ciudadano. Recuerdo esto a pocos dí­as de las elecciones, pues de la misma forma pensamos que, para ser buenos ciudadanos, debemos acudir a votar el próximo domingo, pese a que esta decisión nos pueda representar algo negativo para nosotros y el pueblo en general.

Pese a toda la campaña, nadie puede negar que ningún candidato ofreció ser la mejor opción y que, como sucede desde hace varias elecciones, los guatemaltecos debemos votar (y no elegir, como dice Suger) por el «menos peorcito».

No estoy en contra de las elecciones, pero sí­ estoy a favor de la apertura de las opciones. En la papeleta aparecen catorce candidatos en quince casillas, lo que implí­citamente quiere decir que hay una casilla en blanco, que puede ser marcada, lo que podrí­a significar, si usted así­ lo decide, que no está de acuerdo con ninguna candidatura.

De igual forma, puede dejarlo en blanco, o bien marcar varias opciones o simplemente no ir a votar. Por supuesto, que esas opciones no son del buen ciudadano, como dirí­a Platón de Sócrates, pero tampoco le representarí­an a usted un dilema moral de votar por el «menos peor».

Otro dilema que surgirí­a con ello, es que usted no entrarí­a en las estadí­sticas de los probables tres millones de personas que acudirán como borregos a emitir su voto válido. Pero el verdadero problema es que estas estadí­sticas no son tomadas en cuenta. Un abstencionismo mayor al 50 por ciento, deberí­a ser sí­ntoma de deslegitimación del proceso; y digo esto, pues, probablemente ésa será la tendencia de los empadronados que no acudan.

Créame, no estoy invitando a no votar o a no elegir, sino a que usted tenga la mente más abierta y se dé cuenta de que no estamos obligados a votar por un candidato y a bebernos la cicuta durante cuatro años. La desobediencia civil nunca ha sido una opción en Guatemala. (http://diarioparanoico.blogspot.com/)