¿Quién y cuándo nos devolverán las aceras?


En la recta final de la época electoral en que nos encontramos a muchos les parecerá extraño que haya escogido el tema de nuestras aceras, cuando la moda es ponerse a divagar sobre qué pasarí­a si fulano terminara en el primer lugar de la primera vuelta o si el segundo es desplazado por el tercero, pero soy de los que opina que la actual campaña ha sido de las más grises, desabridas e insí­pidas de nuestra historia democrática, como que lo que está de moda no es siempre lo mejor ni lo más importante, me refiero hoy al pequeño y libre espacio que debí­a existir entre las casas y la ví­a destinada al uso de vehí­culos de toda especie, también llamada banqueta, destinada para que las personas transiten a pie.

Francisco Cáceres Barrios

Asumo que usted todaví­a recuerda las aceras, pues tal pareciera que todo el mundo se haya empeñado en desaparecerlas, destruirlas o colmarlas de cualquier cosa que impida el libre, cómodo y seguro tránsito de personas, pues quiero contarle que haber presenciado la brusca caí­da de una anciana señora al tropezar con uno de tantos tubos temeraria y peligrosamente dejados a todo lo largo y ancho de infinidad de aceras de la ciudad capital, me hizo reparar a la necesidad de apelar a las autoridades municipales para que por humanidad ¡por el amor de Dios! tengan la bondad de ponerle atención a la causa de incontable cantidad de accidentes, incluso con la cauda de muertes, lo que debiera alertarles de la urgente necesidad de ponerles atención.

Nuestras aceras se fueron llenando además de ventas callejeras, de postes, rótulos, cabinas telefónicas, depósitos de basura, pancartas, objetos punzo cortantes y hasta de bocinas altoparlantes que a todo volumen enloquecen a los transeúntes y ¿el uso y razón de las aceras adónde fue a parar? A los conservadores del Centro histórico les digo que no me opongo a que nuestras calles se transformen, en momento y horas adecuadas, sitio de celebración de eventos artí­sticos, religiosos, folclóricos y hasta festivos pero ¿será esa una necesidad prioritaria?

Si la responsabilidad de los vecinos es mantener las aceras en buen estado, es decir, con sus respectivas y adecuadas tapaderas que ocultan el acceso a los servicios públicos y sin protuberancias o restos de tubos como el antes mencionado ¿por qué no se cumple con la ley? Algunos recordarán que éramos patojos regresaban nuestros antecesores contando que el Tí­o Sam velaba estrictamente por el cumplimiento de las leyes y que se aplicaban drásticas sanciones, así­ como se deducí­an responsabilidades por daños y perjuicios causados en las aceras. ¿Cuál ha sido entonces nuestro prurito de imitar sólo lo malo y no lo bueno de otras partes? Es tan oportuno mantener el buen estado de este espacio que sirven de plataformas para explicar en qué consiste el «bien común», pues no hay un solo habitante que no se beneficie.