Cancioncitas sin disolvente. A estas horas ya debería de haber en el mercado alguna substancia con propiedades disolventes, de uso otológico, que removiera de los oídos todas esas pegajosas y viscosas cancioncitas proferidas por los conjuntos musicales contratados especialmente por los partidos políticos en contienda electorera, ya que dichas tonadas poseen la característica de adherirse a todo lo largo y ancho de la estructura auditiva, desde el pabellón auricular hasta la trompa de Eustaquio (Taco), e incluso pueden llegar hasta los más delicados centros del propio cerebro, provocando una serie impresionante de desórdenes físicos y mentales, rayanos en patologías severas que llegan a alterar la conducta tanto individual como colectiva del electorado, por tiempo indefinido. Así las cosas, sólo cabe lamentarse de que todavía no exista en el mercado una solución ótica, de fácil aplicación, que prevenga o neutralice los efectos adversos, fisiológicos e intelectuales, de las mentadas cancioncitas proselitistas, debidas en buena medida a la inspiración de los «creativos» (sic) de las agencias de publicidad y propaganda seudopolítica. (Ni el vello del oído externo ni el cerumen son impedimentos naturales contra las cancioncitas, por desgracia.)
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Urnas desechables. En Abstencionistas Anónimos no nos asustan las veladas amenazas ni el chantaje de politiqueros corruptos e impunes, cuando pretenden conminarnos con la vindicta pública, el ostracismo, la cárcel, la lapidación, e incluso al paredón, la horca o la silla de baterías por ejercer nuestro derecho a disentir y a la desobediencia civil. Personajes sin la más mínima solvencia moral, intelectual, política e histórica (aunque tal vez sí financiera), intentan coaccionarnos a votar (que no elegir), mezclando de forma mañosa y tramposa el derecho con el deber, la libertad con la supuesta obligación, el libre albedrío con el forzamiento e incluso el apercibimiento. (Una partida de politicastros vive feliz porque, en teoría, sin empresas político-mercantiles no puede haber democracia, ni democracia sin votos, ni votos sin incautos que de todos modos no pueden alegar ignorancia de la farsa seudopolítica). Sería aberrante, antidemocrático y antirrepublicano emitir el sufragio porque se tiene una bayoneta en la espalda o se está en la mira de francotiradores apostados en las azoteas del mercado electorero. En Abstencionistas Anónimos, cada cuatro años, le pedimos a Dios nos conceda estar equivocados, pero… (Nunca la Utopía ?de dilatados horizontes? ha estado encerrada en urnas desechables.)
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Entre estornudo gringo y pulmonía chapina. ¿Cómo podría evitarse o al menos prevenirse que aquí a muchos les dé catarro, resfrío, gripe y hasta neumonía cuando estornudan allá en Yanquilandia? Porque el origen del mal no consiste en que el Energúmeno del Norte estornude, pues los gringos están en su derecho, así sea de forma involuntaria, y siempre han estornudado todo lo que quieren. El problema es que aquí nunca estamos preparados, no obstante la distancia y la periodicidad de esos estornudos, para soportar esa gran cantidad de aire contaminado con virus neumocócicos contenidos en sus pulmones y que expulsan de forma violenta y ruidosa por la nariz y la boca, sin preocuparse de avisar allende el río Bravo. Y todo ello a pesar de que México está de por medio, se supone, aunque se sabe que los aztecas han patentado una efectiva vacuna contra el estornudo yanqui. ¿Hasta cuándo hemos de soportar esas epidemias de resfríos en el país de la eterna cuando en alguna oficina de Guol Estrit o de la Casa Blanqueada, por ejemplo, alguien se echa un su inopinado estornudo?
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Simulacro de una farsa. En las modernas y amplias instalaciones de su sede central, Megabstención, Abstencionistas Anónimos realizó su último simulacro de elecciones generales y coroneles dos mil siete, con la participación de diversas instituciones y diplomáticos acreditados en nuestro bello país como observadores y/o supervisores de dicho ejercicio democrático. Aunque se instalaron veinte (20) mesas receptoras de votos y todo un equipo electrónico de logística de última generación, fue obvia y ostentosa la ausencia absoluta de sufragantes, no obstante el generoso horario ?de ocho de la mañana a seis de la tarde? dispuesto para recibir y computarizar las simuladas papeletas impresas en conocida litografía. En el próximo número de Mirador Abstencionista se expondrá una síntesis analítica de nuestro novedoso simulacro.