Ahora sí­, el comal le dijo a la olla


Mi querido amigo Francisco Ou posiblemente no haya escuchado ese dicho tan nuestro. De niños, para hacernos ver que uno no puede tirar piedras hacia arriba si tiene tejado de vidrio, nos decí­an las abuelas que el comal (donde se «tiran» tortillas), le dijo a la olla: «Qué tiznada estás», como si el bendito comal no tuviera todo su reverso totalmente tiznado por el humo de la leña.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Pues leyendo esta mañana la declaración del Presidente de Taiwán, al reunirse con sus colegas centroamericanos en Honduras, pensé en ese viejo refrán. Y es que el mandatario asiático dijo que Costa Rica «se vendió» al establecer relaciones con China, afirmación que constituye un verdadero descaro si tomamos en cuenta que el gobierno de Taipei se ha encargado de comprar, literalmente hablando, ya no a los paí­ses, sino a los presidentes que desde que son candidatos se dejan sobornar por el dinero que la cancillerí­a de Taiwán destina a garantizar las relaciones diplomáticas con los paí­ses de la región.

Esa afirmación del Presidente de Taiwán es como la del doctor Francisco Arredondo cuando dijo que el PAN se habí­a vendido cuando postuló a Castañeda, como si antes no hubiera hecho lo mismo para proclamarlo a él como precandidato sobre la única y exclusiva base del dinero que el galeno aportaba para la campaña.

Si algo caracteriza las relaciones de Taiwán con estos paí­ses es la inmoralidad del soborno que se ha utilizado como instrumento para garantizar que subsistan las relaciones diplomáticas. Sobornos que todos intuí­amos, pero que se hizo absolutamente evidente en Guatemala con el caso de Portillo y el dinero recibido en cheques personales que luego Taipei quiso disfrazar como aporte para bibliotecas. No digamos el caso de Costa Rica, donde sí­ hay proceso abierto a ex presidentes por haber recibido dinero de Taiwán.

Costa Rica posiblemente hizo lo que han hecho todos los paí­ses de la región, pero lo hizo con un mejor postor, en todo caso. Porque uno respetarí­a la decisión de aferrarse a la relación con Taiwán si fuera resultado de un análisis profundo de los intereses nacionales y las implicaciones que tiene esa medida o, en todo caso, si fuera resultado de una convicción ideológica por alergia a la China comunista. Pero cuando es el famoso interés y, sobre todo, el soborno al más alto nivel de decisión lo que ha determinado esas decisiones, no puede sino sentirse algo que la olla hubiera calificado como asco al escuchar el alegato del comal.

Yo pienso que China y Taiwán van a resolver sus diferencias con el tiempo. De hecho ya tienen relaciones económicas muy fuertes entre sí­ y que el papel de los paí­ses que apoyan a Taiwán es el de palanca para mantener su capacidad de negociación. Por supuesto que se trata de una solución de largo plazo que posiblemente no veamos nosotros, pero que vendrá con ese criterio tan pragmático de los chinos que resulta inexplicable para la mentalidad occidental.

Los paí­ses centroamericanos hicieron ver ayer que les interesa la relación económica con China y es que habrí­a que ser baboso para no ponerle atención a ese mercado. Pero lo que hay que decirle al pueblo es que tendremos que tomar partido y decidir si queremos ser socios de China en el comercio, lo cual significa que no podemos ser socios diplomáticos de Taiwán.

Pero todo sale por el cuero del mandatario de Taiwán al criticar a Costa Rica por haberse «vendido», como si ellos no hubieran siempre comprado las «amistades».